Apuntalando las ruinas del ladrillo
Actualizado: GuardarCádiz tiene su propio cementerio de ruinas inmobiliarias. Como rincón costero, las ambiciones urbanísticas recibieron un empujón considerable durante los años de prosperidad. No sólo la capital, a la que su carencia endémica de suelo le saca del mercado lógico, sino que todo el litoral se encaramó a la diligencia desbocada de los precios de la vivienda y dejan ahora un paisaje desolador.
Varias cifras del antes y el después: entre enero y marzo se visaron poco más de 2.000 nuevas casas en la provincia (600 menos que en el mismo periodo de 2007). Al expirar septiembre, el global ya iba por las 1.500 y en descenso.
La ausencia de visados es preocupante por lo que significa para el futuro, ya que las obras cuyo inicio se autorizan hoy son los trabajos de mañana. Los precios de los pisos viven en la ambivalencia absoluta: nadie se aclara si terminan de bajar o no (en la capital la complicación se multiplica porque es una isla ignota), aunque los datos de los portales inmobiliarios o del mismísimo Ministerio apuntan que el castigo está siendo cruel con localidades como Chiclana, Sanlúcar, El Puerto... Las mismas que vivieron al calor del turismo o sustentaron su marcha triunfal en el desarrollo descontrolado (edificios ilegales incluidos).