REIVINDICACIONES. Los jugadores del Portuense lucieron una pancarta antes del partido ante el Lucena. / VÍCTOR LÓPEZ
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Una Segunda B deficitaria

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La situación económica por la que atraviesa actualmente el país se ha dejado sentir también en el mundo del fútbol. La profunda desaceleración que mantiene en entredicho a todo el sistema financiero internacional está haciendo estragos en todos los sectores, y el deporte rey, sobre todo a nivel modesto, se está viendo afectado por esta situación. Esta es probablemente la peor Navidad que se recuerda en los últimos años.

Siempre se ha dicho que la Segunda División B es un pozo del que es complicado salir. Una categoría en la que las exigencias económicas que se han implantado en los últimos años no se corresponden en absoluto con el nivel de ingresos que pueden llegar a generar los clubes.

El periodo de bonanza que se ha vivido en los últimos años ha provocado que muchos equipos se hayan embarcado en proyectos millonarios, respaldados en su gran mayoría por grupos inversores del mundo de la construcción. La burbuja inmobiliaria ha estallado, y la mayoría de esos clubes que hipotecaron su futuro se encuentran actualmente en una situación límite.

Los excesos del pasado están causando estragos en el presente. El grupo IV, en el que se enmarcan los equipos gaditanos, está lleno de casos en los que la situación se está tornando en insostenible.

No hay que irse muy lejos para encontrar dos claros ejemplos. San Fernando y Racing Portuense se encuentran actualmente en la cuerda floja y su futuro más inmediato corre serio peligro.

En el caso de los isleños, la rémora de campañas anteriores y la falta de recursos para afrontar los meses venideros son los principales quebraderos de cabeza. El club mantiene una deuda con la Seguridad Social que asciende a los 766.000 euros. Además, está atado de pies y manos ante la AFE y no puede realizar movimientos en el mercado invernal, pues tiene una denuncia por impago de los ex jugadores David Navarro y Raúl Silveira que ronda los 13.000 euros.

A eso hay que sumar una deuda de 378.000 euros con los jugadores de la temporada pasada, a causa de una mala gestión de Ángel Serrano y Delfín Cañas, y otra denuncia por parte del ex futbolista azulino Moisés Carrera, que reclama 66.000 euros por la rescisión de su contrato y que ha provocado el embargo momentáneo de la subvención municipal. En lo que va de temporada se adeuda una nómina a la plantilla, y se teme que no puedan llegar los recursos necesarios para hacer frente al pago de los jugadores de aquí a final de curso.

Cambio de manos

Tampoco están para tirar cohetes en El Puerto de Santa María. La plantilla está sin cobrar desde que comenzara la temporada, y sólo percibieron un pequeño adelanto de 500 euros gracias a los 16.000 euros que entregó Manuel Lores justo antes de hacer oficial su dimisión. A ello hay que sumar que de la gestión del empresario portuense se desprende una deuda importante con varios jugadores de la pasada campaña –algunos de ellos retiraron sus denuncias en la AFE con la promesa de que iban a cobrar y aún no lo han hecho– y con los entrenadores Carlos Orúe y José Luis Burgueña, lo que ha provocado que Alberto Ferri no haya podido sentarse en el banquillo en ningún partido de los que se llevan disputados. Aunque existen negociaciones por parte del Ayuntamiento con dos grupos inversores, interesados en hacerse con los derechos de los terrenos del José del Cuvillo, lo cierto es que la incertidumbre se ha apoderado de la plantilla. De hecho, Eneko y Jhony ya han solicitado su carta de libertad, algo que podría extenderse a otros jugadores en fechas sucesivas.

Paradójicamente, en La Línea aún no han saltado las alarmas. A pesar de la trayectoria del equipo, que ocupa el puesto de colista, lo cierto es que se han podido efectuar religiosamente todos los pagos y la plantilla se encuentra al día. No obstante, existe cierta preocupación en la directiva que encabeza Alfredo Gallardo de cara a llegar a final de liga en esta misma situación. No se sabe qué ocurrirá a partir del próximo mes, ya que Cumbralia –empresa patrocinadora dedicada a la construcción– aún no ha abonado los 240.000 euros a los que se comprometió al inicio de la campaña y desde el ayuntamiento no se han podido gestionar otros patrocinios alternativos.

Todo a una carta

La espectacular situación deportiva por la que atraviesa el Cádiz está tapando momentáneamente el apartado económico. El club ha realizado una apuesta importante para regresar este año a Segunda División, y en este supuesto se basa la viabilidad del equipo. Las arcas no están muy boyantes, y de producirse un batacazo deportivo podrían aparecer los problemas. La estructura del equipo amarillo corresponde a un club de Segunda División, pero los ingresos que se han realizado este año no se asemejan ni por asomo a los que realiza un club de la división de plata. El mismo Julio Peguero, director deportivo, dijo en su día que la economía del Cádiz estaba «peor que la de España». En este sentido, la venta de Javier Acuña por 480.000 euros ha supuesto una importante inyección de liquidez. Hasta el momento, los pagos a los jugadores están al día y sólo se debe alguna mensualidad a la cantera.

El año que se presenta, pues, va a ser bastante complicado para estos equipos. Sus excesos del pasado y sus desorbitados presupuestos van a traer muchos quebraderos de cabeza a sus dirigentes. Pero lo que parece bastante claro es que de los errores se aprende. El objetivo ahora es salvar la temporada como se pueda. En el futuro, los presupuestos se verán bastante reducidos. En el fútbol, la crisis también obligará a meter la tijera.