Caroline resucita a los Kennedy
La hija del asesinado JFK cuenta con la mayoría de los apoyos necesarios para debutar en política como sucesora de Hillary Clinton en el Senado
Actualizado: GuardarDesde que Caroline Kennedy anunció su deseo de ocupar el puesto que Hillary Clinton deja vacante en el Senado, destacadas figuras del aparato del partido demócrata han cerrado filas rápidamente en torno a su candidatura. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que pasa por ser un republicano moderado y uno de los políticos de mayor prestigio en todo el país la ha apoyado con argumentos como «su tío (Edward Kennedy) ha sido uno de los mejores senadores que hemos tendido en mucho tiempo». Cuando Mike habla en esos términos todo el mundo entiende que más allá de las buenas palabras ha puesto en juego su influencia para que la elección prospere.
Como sucede en el resto de los estados, los asientos vacantes en el Senado fruto de los nuevos nombramientos que está realizando el presidente electo Barack Obama van a manos de las personas que decida el gobernador del estado correspondiente. El de Nueva York se llama David Paterson y todas las miradas están puestas en él. Según una encuesta, la mayoría de los neoyorquinos creen que Paterson elegirá a Kennedy por un margen de 31 a 16 sobre los otros candidatos.
La mayoría de los estadounidenses conoce sólo detalles aislados de la evolución de Caroline, de 51 años, que pasó de ser una niña muy protegida por su madre tras el asesinato de John F Kennedy en 1963, a una feliz casada dedicada a su marido y a sus tres hijos, con fama de intelectual y comprometida con algunas causas filantrópicas. Su vida ha estado marcada por las tragedias familiares, la más reciente la muerte de su hermano John en accidente aéreo en 1999. Su tío Edward, el veterano senador por Massachusetts y el único Kennedy presente en la política nacional, padece un cáncer cerebral. Abogada y autora de varios libros, Caroline Kennedy es quizás más admirada por haber recaudado millones de dólares de manos privadas para las escuelas públicas de Nueva York y por su trabajo con numerosas fundaciones.
Bien entrada la reciente campaña presidencial, Kennedy comentó por primera vez a sus íntimos que se sentía cómoda haciendo política. A partir de la Convención Demócrata el pasado agosto descubrió que disfrutaba dirigiéndose a la gente en actos públicos. Sus apariciones televisivas en el show de Oprah Winfrey o en el prestigioso 'Meet the Press', de la cadena NBC, resultaron una manera eficaz de decirle al público que no importaba sacrificar un poco su privacidad.
Pero las buenas intenciones de Kennedy no bastan para acallar a los críticos. No sólo con ella ni con el hecho de que se sirva del apellido de su familia para construirse una carrera política que de otra manera le resultaría casi imposible de afrontar, sino por el carácter 'sucesorio' que ha tomado el Senado, donde una buena parte de los asientos son controlados, legislatura tras legislatura, por una aristocracia política más propia de la Europa monárquica que del sistema republicano de Estados Unidos.