Barenboim en el reino de Sissi
El artista bonaerense dirigirá a la Orquesta Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo
Actualizado: GuardarEra lo único que faltaba en una carrera repleta de éxitos. Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942) lo ha conseguido todo en la música: ha grabado centenares de discos; ha dirigido a las mejores orquestas del mundo y ha tocado el piano en las mejores salas; sus grabaciones han merecido en muchos casos los más encendidos elogios; ha publicado libros cuya influencia trasciende con mucho el ámbito de la música; tiene un notable peso político gracias a su papel de incansable defensor del diálogo entre israelíes y palestinos; incluso ha sido nombrado embajador especial de las Naciones Unidas para la paz. Pero aún no se había puesto al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena en el concierto más glamuroso del año, que es también el espectáculo cultural con más audiencia del planeta. El próximo 1 de enero, gracias a la retransmisión por radio y televisión (las entradas se agotaron apenas se pusieron a la venta, pese a que los precios de las mejores alcanzan los 940 euros, y eso que hay crisis) el trabajo de Barenboim será admirado por centenares de millones de espectadores de sesenta países, de Alemania a Japón y de Chile a Zambia. Por supuesto, también en España. Sólo algunos partidos de fútbol y las ceremonias inaugurales de los Juegos Olímpicos logran algo semejante. Barenboim será durante dos horas largas un verdadero emperador.
De él dijo en una ocasión un músico de una orquesta que si hubiese sido compositor habríamos tenido otro Mozart. Es verdad que Barenboim apenas compone (ha firmado algunos tangos, y en el Concierto de Año Nuevo en Buenos Aires, en 2006, estrenó uno de ellos) pero como intérprete ha batido todos los récords: lo mismo el de precocidad, porque con nueve años debutó en Viena como pianista, que el de producción discográfica, con cerca de 400 grabaciones entre compactos y DVDs, cifra que apenas si superó Karajan.
Su biografía recoge una carrera jalonada por los éxitos profesionales, con la amargura personal de ver enfermar a su joven esposa, la violonchelista Jacqueline du Pré, obligada a abandonar los escenarios primero y más tarde a llevar una vida de retiro y sufrimiento hasta su muerte. Su trayectoria ha estado ligada sobre todo a las ciudades de Londres (allí grabó numerosas obras de Mozart y Beethoven con la English Chamber Orchestra), París (fue el responsable de la Orquesta de París, cuyo repertorio actualizó de manera notable), Chicago (durante 15 años estuvo al frente de su orquesta, anteriormente dirigida por Solti, y la convirtió en la mejor de EEUU hasta situarla a la altura de las filarmónicas de Berlín y Viena) y Berlín, donde es desde 1992 director de la Ópera del Estado. Su relación con la capital austriaca es relativamente reciente, porque no debutó al frente de su Filarmónica hasta 1989, una fecha tardía para alguien que con poco más de 30 años se había subido al podio de la mayoría de las principales orquestas del mundo.
Barenboim fue elegido director del Concierto de Año Nuevo de 2009 por los músicos de la Filarmónica de Viena un par de días antes de que tuviera lugar el concierto de 2008. Nunca se había elegido y hecho público el nombre del director con tanta antelación y quizá eso no sentó demasiado bien al veterano Georges Prêtre, que el pasado enero, a los 83 años, hizo realidad su sueño de subirse al podio de la Sala Dorada del Musikverein de Viena y convertirse en el centro de las miradas de tantos millones de espectadores.
Así que Barenboim, siempre minucioso, ha dispuesto de mucho tiempo para elaborar un programa que se ciñe a las exigencias del concierto (que gire en torno a la música de los Strauss con el añadido secundario de otros compositores más o menos de su tiempo) pero que tiene su sello personal. De las 16 piezas que se interpretarán en el programa oficial, seis nunca han sido tocadas hasta ahora en el Concierto de Año Nuevo de Viena. Parece imposible, dado que se celebra desde hace 70 años -sólo durante la Segunda Guerra Mundial se suspendió en tres ocasiones-, pero lo cierto es que el repertorio de la saga Strauss se compone de muchos cientos de valses y polcas, de manera que hay estrenos pendientes para mucho tiempo.
Barenboim ha articulado su programa en torno a algunas piezas que se interpretan casi cada año: la 'Annen-Polka' y 'Eljen a Magyár', de Johann Strauss hijo, y 'Música de las esferas', de su hermano Josef. Los guiños están en la elección de tres piezas procedentes de operetas de Strauss hijo ('Una noche en Venecia' y 'El barón gitano'); la polca 'Cuentos de hadas de Oriente', que evoca su trabajo con la West Eastern Divan Orchestra, formada por jóvenes músicos árabes, judíos y andaluces; y en el 'Vals español' -uno de los estrenos- de Josef Hellmesberger, un autor que se cuela en la Sala Dorada por tercer año consecutivo. Los restantes estrenos son la 'Express Mail Polka' y la 'Alexandrine's Polka' de Johann Strauss hijo, y 'Zampa Galopp' de su padre. El programa oficial termina con otro estreno, en un claro anticipo de una efeméride que se va a celebrar en Austria por todo lo alto durante 2009: el último movimiento de la 'Sinfonía de los Adioses' de Haydn, de cuya muerte se cumplirán dos siglos dentro de unos meses. Si Barenboim sigue la leyenda de la creación de esta pieza, los músicos deberán ir abandonando el escenario a medida que termina su parte en la obra, hasta dejar al director solo ante el público.
Por supuesto, el concierto no puede acabar así. Eso lo saben los famosos que se dejan ver en las primeras filas del patio de butacas y los aficionados que siguen la retransmisión en la otra parte del planeta. Las tres propinas ya están previstas: son la polka 'We're not that worried' de Johann Strauss hijo y, por supuesto, 'El Danubio azul' y la 'Marcha Radetzky'. Antes de que finalice el concierto, Barenboim deseará feliz año al público. Previsiblemente lo hará en varios idiomas, pues habla seis con absoluta corrección. Bien mirado, no debe extrañar en alguien que tiene cuatro pasaportes: argentino, español, israelí y palestino. Otro récord para quien será emperador por un par de horas en la tierra de Sissi.