UNO FRENTE A TODOS. Un joven protesta sentado en el suelo contra la actuación de los policías que se preparan para reprimir la revuelta en el centro de Atenas. / AP
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Furia en el adiós a Alexandros

Los disturbios por la muerte del joven Grigoropulos a manos de la Policía se recrudecen el día de su entierro

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Cientos de manifestantes lanzaron piedras y botellas contra los agentes antidisturbios apostados ayer en el exterior del Parlamento griego, ubicado en la céntrica plaza Syntagma y lugar de confluencia para sendas manifestaciones de alumnos y profesores que protestaban por la muerte de un adolescente a manos de la Policía el pasado sábado. Estos hechos tuvieron lugar tan sólo horas antes de que fuera sepultado el joven Alexandros Grigoropulos, de quince años.

Las fuerzas de seguridad emplearon gases lacrimógenos para repeler los ataques y, según la emisora de televisión Alpha, varias personas resultaron heridas en estos altercados. Los enfrentamientos también se reprodujeron posteriormente en las inmediaciones del cementerio del barrio capitalino de Nea Smirni, donde se llevó a cabo la inhumación. Aunque la familia del fallecido había solicitado intimidad para la realización de la ceremonia y que no se llevaran a cabo convocatorias masivas, cientos de estudiantes apostados en las inmediaciones lanzaron todo tipo de objetos, incluso trozos de pavimento, contra policías y escaparates. El lanzamiento de gases lacrimógenos generó el pánico en el camposanto, que tuvo que cerrar las puertas para garantizar la calma en su interior.

A lo largo del día de ayer persistieron las escaramuzas en otros puntos del país. En el puerto de Salónica, grupos radicales respondieron con bombas incendiarias a la fuerte presencia de efectivos estatales. En la segunda ciudad griega la violencia callejera ha afectado a unos setenta comercios y siete entidades bancarias, además de provocar el incendio de decenas de vehículos.

Los incidentes se repitieron en otros centros urbanos, caso de Ioanina, Patrás y la isla de Corfú, con ataques contra comisarias al finalizar diversas concentraciones populares de protesta por la muerte del estudiante. Los hechos culminan cuatro días de algaradas, rechazadas ayer públicamente por Prokopis Pavlopulos, ministro del Interior, que las tachó de injustificables, además de declarar que los responsables «serán castigados de forma ejemplar».

La 'herida'

El presidente heleno, Carolos Papulias, de filiación socialista, calificó la muerte del adolescente como una «herida para la democracia» y llamó a respetar las leyes y las instituciones. Ante la magnitud de las algaradas, las más graves en las últimas cuatro décadas, y el riesgo de nuevos enfrentamientos, el primer ministro Costas Caramanlis solicitó sin éxito la cancelación de la multitudinaria marcha prevista para hoy en el corazón de Atenas y que ha de culminar el paro general de veinticuatro horas convocado por los sindicatos helenos. «Nuestra respuesta es que la huelga y la manifestación se celebrarán como estaba previsto», alegó el portavoz de la GSEE, la mayor confederación de trabajadores del país, y que denuncia de esta manera las políticas económicas del gobierno conservador y sus planes de reformas de las pensiones.

La oposición socialista ha demandado la dimisión del gabinete conservador de Costas Karamanlis y la convocatoria de elecciones anticipadas. «Reivindicamos el poder», dijo George Papandreou, líder del PASOK, quien se reunió con el primer ministro. «Lo único que puede ofrecer este Gobierno es dimitir y dirigirse a la población para su veredicto». En esta solicitud coincide con buen parte de la prensa griega que ha pedido ya la dimisión del Ejecutivo por su escasa capacidad de reacción ante lo que definen como «una ola de anarquismo» y que lamenta la situación de Grecia, convertida, a su juicio, en «una sociedad sin gobierno». Doscientas tiendas cercanas a la zona universitaria de la capital han resultado arrasadas o muy perjudicadas por la furia de los manifestantes.

Por contra, el Partido Comunista, que obtuvo el 8% de los votos en las últimas elecciones generales, desaconseja la celebración de la consulta en el actual «clima de violencia estatal y represión» e, incluso, desvincula los incidentes de la ira popular y el descontento social, achacando, veladamente, cierta responsabilidad a la propia Administración. En opinión de Aleka Papariga, su secretaria general, «el núcleo de los radicales encapuchados» que genera los disturbios «ha brotado del seno del poder estatal durante los gobiernos conservadores y socialistas».