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El Ejército israelí lleva el infierno a Hebrón al desalojar una casa de colonos
La batalla entre residentes y militares concluye con 25 heridos
Actualizado: Guardar«El Gobierno acaba de arrojar una cerilla sobre una montaña de pólvora». Apocalíptico, enfurecido, el líder del movimiento colono del barrio hebronita de Yesha, Danny Dayan, proclamaba ayer amenazas y juramentos de resistencia mientras, a su alrededor, un imponente despliegue militar y de la violenta Policía de Frontera israelí trataba de contener porra en mano a una multitud de jóvenes judíos, rabiosos de impotencia.
Los gases lacrimógenos y el continuo rugido de las bombas de estruendo convertían en escenario del fin del mundo el entorno de la llamada Casa de la Paz, un edificio de cuatro plantas y 4.000 metros cuadrados ocupado desde 2007 por doce familias de colonos que ayer era desalojado por la fuerza en cumplimiento de la disposición emitida por el Tribunal Supremo de Israel el pasado 16 de noviembre.
De acuerdo con la sentencia, el contrato en función del cual todos habían entrado a vivir en el inmueble tras haberlo comprado a un palestino por un millón de shekels (200.000 euros) es falso, por lo que se ordenaba su urgente desahucio y la posterior custodia de la casa por militares para que quede vacía.
En un enclave como Hebrón, una ciudad cisjordana en la que la tensión entre sus 170.000 vecinos palestinos y la enorme población colona se mastica en el ambiente, el fallo judicial era sólo una bomba de relojería. Y su explosión, cuestión de tiempo. «Habrá un combate como nunca se ha visto», advirtió en su momento el rabino Uzi Sharbaf, vecino del primer piso de la disputada casa y baluarte de una comunidad judía que prefiere morir antes de renunciar a Hebrón, la tierra donde descansa el patriarca Abraham. Desde que se emitiera la sentencia, convertida en una fortaleza barricada con hordas de jóvenes llegados de todos los rincones de Israel, se barruntaba una batalla cruenta y difícil. Aunque el factor sorpresa y el abrumador volumen de unidades antidisturbios reunidas en Hebrón, consiguieron que la evacuación propiamente dicha, a tirones y cuerpo a cuerpo, de los atrincherados en el bloque acabara en apenas 20 minutos. Veinte minutos de feroz encontronazo a dentelladas, palos y patadas.