ANÁLISIS

Solución provisional

Los tailandeses han recurrido de nuevo al Tribunal Constitucional para superar la grave crisis política en que la rebelión antigubernamental de una parte del electorado sumía al país. La corte disolvió ayer, tras declararlos culpables de fraude electoral, tres partidos que constituyen el eje de la mayoría parlamentaria de gobierno, empezando por el del primer ministro, Somchai Wongsawat, quien, además y como otros líderes, ha sido inhabilitado por un período de cinco años. La solución podría resultar hasta ingeniosa si se la juzga como un expediente para conjurar la confrontación civil en marcha, pero tiene el inconveniente de que está muy vista y sugiere que el TC se convierte en una especie de mecanismo de arbitraje que no siempre estará disponible. La Carta Magna vigente tiene poco más de un año tras la asonada militar de 2006 y hace sólo tres meses había sido inhabilitado el primer ministro de entonces, Sondhi Limthong; ambos criaturas políticas del villano de la historia, Thaksin Shinawatra, cuñado de Somchai.

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Thaksin, un multimillonario autoexiliado en Londres después de que también fuera inhabilitado, es la clave del enigma: su partido -Los Tailandeses Aman a Tailandia- ganó las elecciones de 2001 y él supo hacerse con una base electoral en las áreas rurales mediante una política populista, algo extravagante y sospechosa de corrupción por el manejo de su fortuna personal. Los militares, tan requeridos por los políticos, forzaron su renuncia en septiembre de 2006, pero los suyos siguieron gobernando mediante combinaciones parlamentarias legales.

La oposición, defensora de una democracia cuasi censitaria, de perfume orgánico y con sólo un tercio de diputados elegidos, se ha echado a la calle en los últimos días para obligar a los militares a dar su enésimo golpe de estado. Pero, juiciosamente, los uniformados se negaron. La sentencia del Constitucional abre un proceso que únicamente puede desembocar en elecciones anticipadas, que tal vez ganen los testaferros o amigos de Thaksin. Esa posibilidad indica hasta qué punto lo sucedido ayer no supone, ni de lejos, una solución definitiva. Aunque se trate de una tregua bien recibida por todos.