París descubre a un Napoleón inédito a través de la publicación de sus cartas
El general atento a cada detalle de la batalla, el soldado que arengaba a sus tropas, el estadista preocupado por el gobierno de su pueblo, el apasionado enamorado,... Napoleón Bonaparte aparece reflejado en sus cartas inéditas que, por primera vez, serán expuestas en París. Se trata de 1.500 manuscritos ocultos hasta ahora en los archivos de un coleccionista de Boston y que, por primera vez, salen a la luz en una exposición abierta hasta el próximo 1 de marzo en el Palacio de los Inválidos, a dos pasos del mausoleo que alberga los restos de Bonaparte.
Actualizado: GuardarEl Emperador pasaba más tiempo pegado a su pluma que a su espada y si su obra militar marcó el inicio de la era contemporánea, los testimonios escritos que dejó reflejan una personalidad contradictoria y excepcional.
«A través de estas cartas se ve tanto al estadista como al ser humano, más allá de su carácter conquistador, había un hombre sensible, atormentado por la muerte de su hijo, el rey de Roma», afirmó el propietario de la colección, Gérard Lhéritier.
Además de un «evidente estilo literario», Napoleón otorgaba a sus escritos un «toque» personal, particularmente importante cuando sus cartas estaban dirigidas a mujeres, a «quienes sabía hablar y conquistar como conquistaba territorios», según el coleccionista. «Cuando se hace abstracción del lado guerrero del personaje, aparece el padre, el enamorado, el financiero, el hombre de Estado,...», afirmó Lhéritier, quien recordó que Chateaubriand solía decir que Napoleón era «un poeta en acción».
Pero no todos los originales son cartas privadas, algunos son documentos destinados a su lectura pública. «¿La opresión y la humillación del pueblo francés están fuera de su alcance! Si entran en Francia, encontrarán su tumba», arengaba a sus tropas Napoleón en vísperas de la batalla de Waterloo, según un manuscrito firmado de su puño y letra.
En otros documentos, Bonaparte aparece como un agudo estratega que se ocupa de los aspectos más insignificantes de sus campañas, prestando una atención particular a la intendencia de su tropa.
Pero el general victorioso, en la cima de su gloria, también muestra su lado más humano, la soledad del poder, cuando desde Milán, donde acaba de derrotar a las tropas enemigas, escribe, de su puño y letra, a su esposa Josefina: «Daría 20 años de mi vida por tenerte cerca de mi».