Editorial

Efecto incierto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

a venta de Itínere por parte de Sacyr a Citigroup introduce un dato de relevancia entre las intenciones del grupo que preside Luis del Rivero de deshacerse de su participación en Repsol y los deseos de la rusa Lukoil por entrar como socio de referencia en el capital de la compañía energética española. Aunque sería prematuro y aventurado vaticinar en qué dirección incidirá este nuevo dato. La operación anunciada ayer supone un claro alivio para Sacyr que, al lograr 7.887 millones de euros a cambio de su filial, verá reducirse su pasivo. La incógnita está en saber si el tiempo que gana Sacyr desprendiéndose de Itínere lo utilizará en optimizar el rendimiento de una posible venta del paquete que posee en Repsol a la empresa rusa, o en hallar en el mercado un comprador que mejore la prima a la que en principio parecería dispuesta Lukoil. Pero ese mismo tiempo es el que tendría el Gobierno para perfilar una posición más nítida de la que ha mostrado hasta la fecha. La formulación de una preferencia genérica respecto a la propiedad futura y, sobre todo, respecto al núcleo de decisión de Repsol no parece suficiente habida cuenta la inquietud suscitada por la eventual irrupción de Lukoil en el control efectivo de una compañía clave en un sector estratégico para España y la UE. Una inquietud que ha conducido al PP a solicitar una comisión parlamentaria de investigación del tema, imposibilitada de antemano por la oposición de la mayoría del Congreso, y a la Asociación Española de Accionistas Minoritarias a proponer la modificación de la legislación sobre las OPA para ampliar los supuestos en los que resultan obligatorias en defensa de los intereses de dichos accionistas. Los criterios de libre mercado han de prevalecer en la compra y venta de activos y en la evolución de la propiedad sobre las empresas. Pero hay dos razones que emplazan al Gobierno a mostrarse más resolutivo en el asunto. La primera es que, en contra de lo que el propio Rodríguez Zapatero dio por sentado el día que comenzó a hablarse de esa eventual operación, sería demasiado ingenuo considerar que Lukoil es una compañía privada sin otro interés que su crecimiento en un mercado libre. La segunda es que, en un momento en el que a los poderes públicos se les exige intervenir para el rescate de entidades financieras y en ayuda de firmas importantes de la economía productiva, sería también una ingenuidad apelar a principios inmutables que la crisis está poniendo en entredicho.