Anti movilidad
Algunas mañanas intento poner en práctica mis buenas intenciones con el medio ambiente y dejo el coche aparcado en casa. Guardo un libro en el bolso y me dirijo a la parada del autobús más cercana a mi casa. Algunas de esas veces acabo tomando el caminito de San Fernando, o sea, que además de contribuir a un aire más limpio, hago deporte (que por cierto no me viene nada mal). Otras, por el contrario, acabo arrancando el coche. Lo cierto es que mi bonobús de diez viajes lleva impresas fechas de abril.
Actualizado: GuardarMe puedo considerar hasta afortunada porque en mi calle tienen parada dos líneas -4 y 5- con dirección al centro. Una de ellas (la 4) pasa con más frecuencia aunque montarme en estos autobuses suponga más de media hora de dar tumbos por la ciudad. Creo incluso que puede promocionarse como recorrido para los turistas que quieran salirse de los circuitos habituales y conocer el Polígono de San Benito, la plaza del Caballo, Madre de Dios o San Joaquín. La línea 5 es la que presta servicio a Guadalcacín y acumula a ciertas horas hasta 40 minutos entre un autobús y otro (a veces hasta una hora). Vamos, que entre circular por Jerez y esperar en la parada, puedo leerme El Quijote en un par de viajecitos.
Es muy difícil que los que todos los días tenemos que desplazarnos al centro renunciemos al coche para relajarnos en el autobús. Cierto es que hay que buscar aparcamiento y que hay que pagar ORA pero el coche sigue estando aparcado si uno se retrasa cinco minutos al salir de la oficina mientras que el siguiente autobús tardará media hora más y con el hambre que uno gasta a esas horas. No quiero defender el transporte privado pero ni los horarios ni la lentitud de los autobuses de Jerez me ayudan a evitarlo.