A PRISIÓN. Agentes escoltan a Maximino Couto a la salida de las dependencias judiciales. / EFE
ESPAÑA

Funcionarios de prisiones ignoraron la alarma GPS del asesino de Pontevedra

El dispositivo saltó pero nadie lo siguió en el centro de control

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Una negligencia de los funcionarios de la Unidad Central de Vigilancia Electrónica permitió que Maximino Couto intentara matar a su ex mujer después de acabar con la vida de su actual pareja en Ponte Caldelas (Pontevedra). La Secretaría General de Instituciones Penitencias informó ayer de que el dispositivo de GPS que controlaba los movimientos del agresor funcionó bien y que la alarma saltó cuando el preso de permiso se arrancó el dispositivo. Sin embargo, los funcionarios de servicio ignoraron la señal de aviso.

El dispositivo GPS que se utiliza en este tipo de casos emite una potente señal si el interno entra en la zona de exclusión que tiene fijada en la orden de alejamiento de su víctima en potencia, o cuando se lo quita para eludir el control. En el caso del maltratador de Pontevedra, su límite se encontraba en 2.000 metros alrededor de la vivienda de su ex pareja. Prisiones confirmó que el presunto asesino se desprendió del emisor-receptor a las 16.36 horas del sábado, después de matar a su pareja y mientras buscaba a su ex mujer para asesinarla.

El comunicado de Prisiones alaba «la profesionalidad de los funcionarios del centro penitenciario de A Lama», que activaron todos los sistemas de control ante la salida de permiso del interno, «a pesar de que le faltaban veinte días para su libertad definitiva». Pese a ese celo, cuando la alarma del GPS de Couto saltó en la unidad central, «no fue detectada por los funcionarios del servicio».

Herminia Buceta relató un día después de la tragedia cómo se salvó de milagro con sus hijos porque estaba en el pueblo vecino. «Hundió puertas, llevó cuchillos, miró debajo de las camas por si había alguien, y eso no se le ocurre a cualquiera», decía la mujer con el alma en vilo por lo que pudo haberle sucedido si el agresor la hubiera encontrado en la casa de Mourente, que habían compartido durante el matrimonio.

Por desgracia, la novia del agresor, María del Rosario Peso, ya había perecido en Ponte Caldelas poco antes. Un matrimonio vecino de Herminia, formado por José P. P. y Concepción C. A., sufrió las iras del maltratador y ambos permanecen hospitalizados en Pontevedra con graves lesiones por arma blanca.

En su furia, Maximino Couto se llegó a enfrentar, cuchillo en mano, con los policías que pretendían detenerlo. Uno de ellos, P. B. G., de 31 años, sufrió una herida menos grave en el brazo al protegerse de una cuchillada de la que se recupera favorablemente en otro hospital.

Herminia tendrá ocasión de volver a cruzarse con su maltratador, condenado y cumpliendo la pena por agresiones anteriores, cuando acuda al juzgado de Pontevedra para prestar declaración sobre lo sucedido. El acusado, quien después de haber confesado su crimen a la Policía no se ratificó en el interrogatorio judicial, dijo a la juez que no pretendió matar a su novia, sino que la muerte fue resultado de un forcejeo, aunque sí quería acabar con la vida de su ex mujer y la de la vecina, pero no la del marido de ésta.

La juez de Instrucción número 3 de Pontevedra ordenó el reingreso del recluso en la prisión de A Lama, de donde había salido en permiso de fin de semana, acusado de un delito de homicidio consumado, otros dos en grado de tentativa y dos más de lesiones.