LALIA GONZÁLEZ SANTIAGO DIRECTORA EDITORIAL DE LA VOZ El día siguiente al Día 25
Este año decidí que mi particular aportación al Día Mundial contra la Violencia contra las Mujeres, el 25 de noviembre, no iría por ahondar en la temática oficial inducida por el Instituto de la Mujer o en alguna otra novedad de la temporada, con perdón, porque resulta una enorme frivolidad con la que está cayendo. Parece que estamos metidos todos en una especie de pret-á-porter de lo políticamente correcto. Hoy se lleva violencia contra las mujeres, mañana para estar a la moda es preciso hablar de que hay que ver con el sida y pasado, lo que toque. Decidí, pues, que en vez de agitar la pancarta un rato y guardarla luego en el fondo del armario hasta el año que viene, o hacer una cola para la cometa con la banda de sufragista, como la madre de los niños de Mary Poppins (qué lectura más perversa, deslizada en el caramelo Disney) procedía hablar de malos tratos el día 26, y el 27, y hoy, que es 30.
Actualizado: GuardarPor azares del destino, de alguna manera se cerró un círculo abierto el año pasado, por estas fechas, cuando en esta misma columna emplacé a los hombres a implicarse. Recogió el reto Antonio Leal, profesor de Ciencias de la Comunicación de la UCA, que me transmitió su inquietud acerca de la turbidez que el asunto de la violencia machista presentaba en la universidad. Los chicos parecían más sensibilizados que las propias alumnas, que hasta aceptaban con una normalidad espantosa pautas de conducta de sus novios rayanas en la violencia o tipificadas como tal. Nos horrorizó comprobar que esta situación se siguiera dando, y además en las capas teóricamente más cultas de la sociedad, encargadas de liderarla en el futuro. Algo debíamos estar haciendo muy mal. Y algo había que hacer para empezar a enmendarlo.
Así que esta semana, Leal ha celebrado en su Facultad, en el campus de Jerez, un primer encuentro sobre cómo la publicidad y el cine abordan el problema, cómo transmiten estereotipos de sexo y cómo pueden actuar para corregirlo.
Puede parecer una manera tangencial, circunstancial, o incluso frívola, de acercarse al tema, pero todo lo contrario, a la vista de lo que se oyó en las intervenciones. El cine, por ejemplo, ha transmitido una imagen del amor romántico, de los celos, del cortejo, de la persecución amorosa, que muchas veces linda con la violencia, cuando no la ensmascara, o la induce. Otras, y lo decía en estas mismas páginas Trinidad Núñez, muestra que el estereotipo femenino está tan aferrado que hasta cuando el retrato corresponde a una mujer luchadora e independiente (ella citaba a Erin Brockovich) siempre es también la responsable absoluta del hogar y la familia. Además, dijo Inés París, los malos tratos no se hacen visibles en cine y TV porque los programadores, todos ellos hombres, consideran que no interesan a la audiencia.
Aparte, la intuición de Antonio Leal se confirmaba en un estudio publicado estos días, según el cual la Universidad española, por su carácter «feudal», decía el texto, es un «caldo de cultivo» para la violencia de género. El informe, realizado en seis centros públicos de enseñanza superior indica que el 65% de alumnos y profesores ha sufrido o ha sido testigo de algún tipo de agresión machista. Pero, además, un 33% no considera violencia exigir, en una relación de pareja, saber dónde y con quién está la otra persona; el 22,5% tampoco considera que sea violencia machista impedir que una mujer hable con otras personas y el 21% cree que no lo es imponer a la pareja la manera de vestir o comportarse en público.
Hubo, aparte, muchos actos escolares, ciudadanos, políticos. Ha sido un 25 de noviembre largo, comprometido y productivo.
Sin embargo, ay, las mujeres siguen muriendo.
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