SOMOS DOSCIENTOS MIL

Purititas matemáticas

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Dado que esta mañana me he levantado con espíritu docente, voy a intentar comprender, y de paso explicar, algo a lo que durante toda la noche he estado dando vueltas pues, a primera vista, me parece inexplicable: si yo gano cien euros al año y gasto la misma cantidad, tendré lo que se denomina un resultado presupuestario cero. Mis ingresos y gastos están equilibrados y, aunque es cierto que nada puedo ahorrar, también es verdad que no me estoy endeudando, con lo que estaré en una situación de seguir tirando «palante». Si en ese mismo supuesto gano cien euros y gasto sólo sesenta, mi resultado presupuestario será positivo, dado que los ingresos presupuestarios del ejercicio han sido suficientes para financiar los gastos presupuestarios, sin tener que recurrir a operaciones de endeudamiento. Podríamos decir que es la situación óptima de cualquier economía. Ahora bien, si gano cien euros pero gasto ciento cincuenta, nos hallaremos ante lo que se denomina un resultado presupuestario negativo, lo que pone de manifiesto que los ingresos presupuestarios no han sido suficientes para financiar el gasto presupuestario. Es fácil comprender que ésta es la peor de todas las opciones.

Esta misma historia se puede llevar al terreno de Barrio Sésamo pues, a veces, es el único que entienden determinados políticos. Imaginemos que, en vez de euros, tenemos un presupuesto en galletas que gestiona el monstruo de las ídem. Está claro que si le dan cincuenta galletas diarias y se come otras cincuenta, no tendrá galletas en la despensa, pero tampoco pasará hambre. Ahora bien, si el monstruo se come treinta galletas de las cincuenta que le dan, cada día le sobrarán veinte galletas, permitiéndole ahorrar tal preciado producto, e incluso negociar con los excedentes para cambiarlos, por ejemplo, por chocolatinas. Por contra, si el monstruo al que le dan cincuenta galletas se come cien, una de dos, o las va pidiendo prestadas a Súper Coco, con lo que se endeudará cada vez más, o bien las roba de la despensa, algo que no está bien visto ni siquiera para los monstruos, y además nuestro personaje tiene todas las papeletas para terminar sus días en el penal monstruoso.

Así que realizadas ambas explicaciones, tanto en su vertiente docente, como en su vertiente «política», alguien debería aclararnos cómo el Ayuntamiento de Jerez ha acumulado un déficit presupuestario superior a 30,5 millones de euros (algo más de cinco mil millones de pesetas) durante el ejercicio 2007, lo que supone una deuda total acumulada de 575 millones de euros (noventa y cinco mil millones de pesetas).

Si mi entrañable Ayuntamiento anunció a bombo y platillo un plan de saneamiento, según el cual se irían pagando los gastos corrientes y además saldaría progresivamente parte de la deuda acumulada y resulta que, tras aplicar el plan doce meses, acumulamos cinco mil millones de pesetas más de deuda, una de dos, o el plan que se hizo es una autentica porquería, o en el Ayuntamiento hay demasiados monstruos de las galletas que comen por encima de sus posibilidades.

Dicen desde el Gobierno municipal que se han incrementado los números rojos porque «el objetivo primordial para 2007 era conseguir más estabilidad financiera, refinanciar la deuda bancaria, reducir el gasto, pagar a los proveedores que llevaban años sin cobrar, y aumentar la eficacia recaudatoria sin mermar la calidad de los servicios que se prestan a los ciudadanos». Lamento afirmar que no sólo no se ha logrado mayor estabilidad, sino que tampoco hemos refinanciado la deuda, ha aumentado desproporcionadamente el gasto en cinco mil millones de pesetas, y no acaban de cobrar los proveedores cuya deuda, a corto plazo, ha pasado de 206 millones de euros en 2006, a 342 millones de euros para el pasado ejercicio. Si a todo ello se añade que los servicios que se prestan al ciudadano cada vez son peores (limpieza, mobiliario urbano, seguridad, etcétera), lamento tener que concluir estas líneas dando la razón al genial Groucho Marx, según el cual: «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados», casualmente lo que está haciendo nuestro Ayuntamiento con las cuentas públicas.