Obama sueña con una América unida
En la noche mágica del triunfo, el nuevo presidente constata que «en EE UU todo es posible»
| ENVIADA ESPECIAL. CHICAGO Actualizado: GuardarFue una noche mágica, con banda sonora de Hollywood ('Remember de Titans'), y camisetas que intercalaban el rostro de 'el Soñador' (Martin Luther King) y su sueño hecho realidad, Barack Hussein Obama. Un joven mulato con nombre musulmán que contra todo pronóstico el martes devolvió la ilusión de que «todo es posible en América», como dijo el nuevo presidente de EE UU a un público bañado en lágrimas.
«Si queda alguna duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, a quien se siga preguntando si el sueño de nuestros padres fundadores continúa vivo en estos tiempos, a quien siga preguntándose cuál es el poder de nuestra democracia, esta noche es vuestra respuesta», entonó 'el nuevo Kennedy' que ha devuelto la ilusión y el orgullo a su pueblo.
No hubo fuegos artificiales ni papelitos de colores. Obama desplegó la sobriedad que más se ajusta a su personalidad para acompañar un discurso elocuente que pasará a la historia. Sobre la hierba del parque Grant los allí congregados podían ver en las pantallas a algunas de sus figuras míticas llorando como niños por la emoción de una noche que podía compararse a la caída del Muro de Berlín. «Ésta es la noche más importante de nuestras vidas», declaraba con los ojos rojos la diva televisiva Operah Winfrey. «Ya no tenemos barreras».
Ese mensaje de esperanza y optimismo se extendió por todo el país como un hechizo que les llenó de fuerza para perseguir sus propios sueños. «Lo que ha pasado esta noche significa que ahora vivimos en un mundo sin excusas», dijo Donna Roberts, una consejera social de 35 años que salió a las calles de Chicago para contagiarse de la magia. «Cualquiera puede ser lo que quiera, podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos».
Hace 22 meses, cuando el joven senador por Illinois anunció su candidatura en los mismos escalones de Springfield donde habló Abraham Lincoln, nadie creía ni remotamente que pudiera vencer a la maquinaria política de los Clinton, que contaba con el apoyo en bloque de los pesos pesados del Partido Demócrata. Pero al emprender ese «viaje improbable» Obama no pretendía llegar a Washington por el camino tradicional de la política, sino transformarlo con un movimiento de bases al que se adhirieron más de tres millones de personas, liberándole de las ataduras del los 'lobbies' y los grandes intereses.
A ellos, a los que formaron ese movimiento por el cambio, dedicó su victoria el martes por la noche. «Nunca olvidaré que esta victoria realmente os pertenece a vosotros», agradeció. «Nuestra campaña no se urdió en las salas de Washington, sino que comenzó en los patios traseros de Des Moines (Iowa), los salones de Concord (New Hampshire) y los porches de Charleston (Carolina del Sur)», recapituló. «Se construyó con las donaciones de gente trabajadora que puso de sus ahorros 5, 10 y 20 dólares y creció con la fortaleza de los jóvenes que rechazaron el mito de ser una generación apática».
Jóvenes y ancianos
Pero no fue sólo una campaña de jóvenes idealistas, sino también de ancianos que nunca dejaron de creer. Como Ann Nixon Cooper, esa mujer negra de Atlanta con la que Obama ilustró su discurso, que a sus 106 años ha podido votar al fin por un presidente de su misma raza. «Nació sólo una generación después de la esclavitud, en un tiempo en el que no había coches en las carreteras ni aviones en el cielo, cuando alguien como ella no podía votar por dos razones: porque era mujer y por el color de su piel», indicó.
La victoria del primer presidente afroamericano de EE UU hizo que hasta el propio George W. Bush, con cuyo oscurantismo acaba, se sobrepusiera a la derrota de su partido para celebrar el hito. «Sin importar cómo hayan votado, todos los estadounidenses deben estar orgullosos de la historia que se escribió el martes», dijo el todavía primer mandatario.
Hasta su vencido rival, John McCain, reconoció que esa elección histórica «tiene un significado especial para los afroamericanos y debe ser de especial orgullo para ellos», afirmó. «Como el senador Obama siempre he creído que EE UU ofrece oportunidades a todos, pero ambos reconocemos que aunque hemos recorrido un largo camino desde las viejas injusticias que un día mancharon la reputación de nuestro país y negaron a algunos estadounidenses todas las bendiciones de su ciudadanía, la memoria de estos todavía tienen el poder de herir».
El septuagenario senador de Arizona, cuya familia comparte el peso de haber tenido esclavos en una antigua plantación de Mississippi, estaba dispuesto a perder las elecciones pero no a pasar a la historia como un candidato racista. Por eso se resistió a utilizar al reverendo de color Jeremiah Wright para atacar a su rival.
Obama no se dejó atrapar por la arrogancia que podía propiciar su arrolladora victoria (52%-46%), sino que se propuso «resistir la tentación de caer en el partidismo, la mezquindad y la inmadurez que ha envenenado nuestra política durante tanto tiempo». Su victoria redibuja el mapa político de EE UU al convertir en demócratas estados republicanos como Virginia, Colorado, Iowa, Nevada y Ohio (Misuri y Carolina del Norte seguían ayer empatados). Además aumenta la ventaja de su partido en las dos cámaras, lo que le permitiría gobernar sin oposición. Pero eso no se reflejaba en la humildad de su mensaje «a los estadounidenses cuyo apoyo todavía tengo que ganarme», entonó. «Puede que no haya conseguido vuestro voto esta noche, pero oigo vuestras voces, necesito vuestra ayuda y también seré vuestro presidente», prometió.