Opinion

Otro gran invento de la humanidad

CALLE PORVERA Esta semana he echado de menos uno de los grandes inventos de la Humanidad, que pasará a la Historia por su utilidad junto al paraguas, la bombilla, la máquina de escribir o la radio. Un día pasamos de la era Gutenberg a la era Marconi, y ahora no sé si estamos en la de Internet. Pero de lo que no cabe duda es de la que toca ahora: la del chubasquero tecnológico, ese artefacto desarrollado por el Centro Tecnológico Leitat (Terrassa) y que incorpora un sistema de comunicación, paneles de diodos luminosos para mejorar la visibilidad del usuario y un parche lumbar calefactor que permite gozar de una temperatura de 38 grados.

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Aunque parece ser que en principio va dirigido a usuarios de ciertos deportes y a profesionales de algunos oficios, en el futuro todos acabaremos gozando de sus innumerables atributos. Es más, conozco a algún amigo friqui y friolero que será uno de los primeros en ponerse la prenda-que por cierto pesa unos 300 gramos más- sin ningún tipo de complejo.

En el momento en el que escribo estas líneas, no saben cómo echo de menos algo así. Sobre todo en el camino entre la oficina y el coche, porque es cierto que en ambos lugares puedo modelar la temperatura a mi antojo. En mi casa, también. Pero qué me dicen de mi indefensión ante la intemperie.

Es cierto que los seres humanos nos vamos haciendo cada vez más cómodos y soportamos peor el sufrimiento. Aunque ahí está el sacrosanto cementerio de Nuestra Señora de La Merced para recordarnos qué es lo que somos y en qué nos convertiremos, algo que puede comprobar muy de cerca cuando me acerqué hace dos días para realizar mi reportaje anual sobre el Día de Todos los Santos.