OTROS TIEMPOS. Rajoy saluda al presidente de UPN, Miguel Sanz, en presencia de Cospedal, a la derecha, antes de que la crisis entre ambos partidos estallase. / EFE
ESPAÑA

El estilo de Rajoy se lleva por delante el discurso unitario del PP 'aznarista'

La dirección del partido no logra controlar las organizaciones territoriales mientras aumentan los conflictos en las autonomías

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El discurso nacional unitario, integrador y sin fisuras que imprimió José María Aznar al PP desde principio de los 90 está en crisis. Mariano Rajoy ha consentido la profusión de voces divergentes en su organización, ha llevado al PP actual a una nueva forma de hacer política y ha truncado la trayectoria anterior. El creciente peso de los barones autonómicos, así como el fracaso de muchos de los procesos congresuales en curso tras el éxito que registró el cónclave nacional de julio, refleja esta dispersión. El modo en el que actúa el líder del partido permite que cuajen graves conflictos territoriales (como el que existe entre Murcia y Castilla-La Mancha o la crisis con UPN) y se cronifiquen los enfrentamientos internos, como los que padecen las organizaciones de Cataluña, País Vasco, Asturias, Extremadura, Aragón o Canarias.

Con excepción del congreso nacional de Valencia, en el que Rajoy resurgió de sus cenizas, el resto de cónclaves populares en marcha transcurren con más pena que gloria. La falta de liderazgo y las broncas intestinas dominan buena parte de los territorios sin que la dirección nacional disponga de mecanismos o autoridad suficientes para imponerse. «Es natural que tras la etapa de Aznar haya un mayor pluralismo interno pero es un proceso que la dirección nacional debe conducir y no lo ha hecho». Así se resume la opinión de muchos dirigentes del partido preocupados por la situación interna.

«Rajoy se apoya demasiado en los autonómicos y eso le resta capacidad de actuación», asegura uno de sus críticos. «A su equipo le falta madurez y los que tienen experiencia se ven perjudicados por el estilo del presidente», explica en la misma dirección otro parlamentario discrepante.

«Lo peor»

El estallido de la crisis entre el PP y UPN -actualmente, al borde de la ruptura- es considerado por no pocos dirigentes como «lo peor» de toda la trayectoria del nuevo PP. Estas fuentes opinan que, como en muchos otros casos, a la dirección le faltó habilidad para gestionar el conflicto desde el principio y recuerdan que el Gobierno en minoría de UPN en Navarra obligaba a prever una situación como la reciente votación presupuestaria. Ha causado malestar entre los populares el retraso de Rajoy en tomar una decisión como la amenaza de ruptura, que, por otra parte, recibió tantas o más críticas que la marcha atrás que supuso la suspensión de las relaciones con el partido foralista.

Estos dirigentes quejosos aseveran que el PP debió construir un discurso, tiempo atrás, para restar importancia a la votación discrepante con el argumento de que UPN está en manos del PSOE y, por tanto, se ve obligada a ceder en defensa de la gobernabilidad de Navarra y en aras de frenar en esa región a los nacionalistas.

En las filas populares se acuñó la etiqueta de marianeo para describir la forma de afrontar los conflictos que tiene su líder: ignorando el problema primero, retrasando la solución después para, de improviso, dar un puñetazo en la mesa o tomar una dura decisión disciplinaria de la que termina por abjurar. La ruptura del discurso tradicinal del PP sobre el reparto del agua fue la punta del iceberg y el detonante de una protesta interna todavía por resolver. La bronca surgió cuando los populares de Castilla-La Mancha, liderados por la secretaria general del partido, Dolores Cospedal, dieron el visto bueno a un proyecto de reforma de su Estatuto de Autonomía que establece la eliminación de los trasvases del Tajo en 2015. Pero, sobre todo, prendió con la decisión de la dirección nacional de votar a favor de su tramitación en el Congreso. Una postura que indignó a los diputados valencianos y contra la que se rebelaron, espoleados por su líder regional, Ramón Luis Valcárcel, los parlamentarios de Murcia.

La portavoz del partido en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, había ofrecido previamente a los diputados de esta comunidad autónoma garantías de que el texto sufrirá una inevitable modificación en el trámite parlamentario porque es considerado inconstitucioanal.

«Podemos entender que haya que hacer discursos diferentes, que el mensaje unívoco e integrador de la era aznarista deba sustituirse ahora por otro plural y fraccionado», explica uno de los dirigentes de la vieja guardia, «pero eso no puede hacerse de la noche a la mañana y sin explicación porque para ese giro hace falta tiempo y mucha inteligencia».

Otra de las quejas más comunes entre los críticos apunta al hecho de que el cambio de posición se hace «en beneficio oportunista del interés político de la secretaria general». La número dos del PP está siendo muy cuestionada, se le acusa de enfrentar a las autonomías, quebrar la tradicional política del agua y convertir en papel mojado el programa electoral. «Para colmo, seguro que (José María) Barreda termina por retirar el Estatuto cuando vea que es modificado por el Congreso», advierte una integrante del comité ejecutivo, «y Cospedal se habrá dejado muchos pelos en la gatera a cambio de nada».