EL RAYO VERDE

Último acto en Chiclana

José María Román no quiere vender la piel del oso hasta después de cazarlo, y eso que lo tiene virtualmente en el lazo desde julio, cuando se formalizó la salida de Nadine Fernández del grupo municipal «expósito» de IU en el Ayuntamiento de Chiclana. Si contara la verdad de todo lo que ha pasado desde entonces, o incluso desde antes, porque la salida de la concejala no fue cosa de un día, sería un best-seller o un nuevo clásico del maquiavelismo moderno. Como botón de muestra de la práctica política actual, el caso del gobierno municipal chiclanero reúne todos los requisitos del morbo, del malabarismo y también del esperpento. La victoria final de José María Román, cuando llegue, será producto de una especie de nanopolítica, de jugadas a múltiples bandas, en la que el enemigo, incluso, ha estado dentro. «¿Al suelo, que vienen los míos!», como se suele decir dentro de los partidos políticos.

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De momento, al ex-alcalde y pronto de nuevo alcalde socialista chiclanero le ha tocado asistir a un delicado juego de equilibrios en el que todo estaba claro desde el primer momento, pero tenía que cumplir sus plazos, había que interpretar determinadas escenas para respetar el libreto pactado por la corrección democrática; reuniones a distintos niveles, asambleas de bases, explicaciones a colectivos, como si no fuera cierto que la negociación ocurría en otra parte, y nunca con luz y taquígrafos. Por cierto, que no me abandona el asombro de ver cuántos militantes tiene el Partido Socialista de Andalucía en Chiclana. Qué cosa.

Cuando todo estaba hecho, Román tuvo incluso que disputar su propio sitio, lo que eufemísticamente se llamó «los actores», porque el hasta ahora coordinador de IU, Antonio Roldán, insistía en reclamar su sustitución. No hubo caso, entre otras razones porque podía ponerse en peligro el apoyo socialista a Barroso en Puerto Real. Los de la coalición izquierdista tampoco se han librado de hacer encaje de bolillos, o de su porpia dosis de cinismo, y han mantenido una calculada ambigüedad respecto a la expulsión de Butrón y los suyos hasta que salió Nadine, para no quedarse sin presencia en el Ayuntamiento chiclanero. Ahora además reclaman su pequeño minuto de fama y la moción habrá de esperar una «foto de familia» de los líderes provinciales. Cuestión de celos, políticos por supuesto. Butrón, entre tanto, se ofrece, por ver qué cae y por mantener el enredo hasta última hora.

En el PP, mientras tanto, están que trinan aunque esperaran este final ya desde hace meses. La agresividad mostrada por Antonio Sanz y José Loaiza hacia María Angeles Polanco podría llevar a ésta a presentar querella ante los tribunales. Sin duda, los dos dirigentes populares han lanzado acusaciones muy graves que deberían o probar o también a su vez denunciar a la Justicia. Es una cuestión de salud democrática.

En los mentideros chiclaneros donde se difundió la especie de que Marín dimitía antes de que lo cesaran, se insiste en que los líderes del partido no sólo han viajado hasta el pueblo para dar apoyo a su alcalde, sino también para poner orden en el desbarajuste interno que se apunta, entre otras cosas por cuestiones de subsistencia. Se disputa el empleo y sueldo de liberado del partido, codiciado por muchos ahora que se termina el puesto en el gobierno.

Román ha aguantado el tirón y ha conseguido incluso ser querido por quienes antes le denigraban. Vaya viaje, pues, a ninguna parte.

lgonzalez@lavozdigital.es