Editorial

La modernización posible

La necesidad de que la ciudad de Cádiz encuentre un modelo de futuro que oriente sus políticas presentes es una constante tan antigua como por resolver. Machacada por los peores indicadores, con acuciantes problemas de paro, de vivienda, de falta de suelo, con pérdida y envejecimiento de la población, se diría que no hay esperanzas de salir de una crisis inveterada, a la que se suma ahora el «crash» internacional. Sin embargo, el recorrido que LA VOZ ha realizado por sus calles céntricas desvela una realidad sorprendente: las apuestas innovadoras triunfan, mientras que las tradicionales mantienen el discurso del pesimismo.

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De este modo, aunque es cierto que la ciudad tiene el menor número de negocios abiertos desde 2001, los propietarios de establecimientos vanguardistas de reciente apertura o de trayectoria relativamente corta hablan de ganancias y afirman que no notan la crisis, que tienen un buen nivel de ventas, de público, de ambiente y que es perceptible la revitalización del casco histórico durante los últimos cinco años. Es aún un pequeño movimiento, pero no debe desestimarse.

Es significativo, en este sentido, cómo la rehabilitación del barrio del Pópulo, conseguida a raíz del Plan Urban, resulta ser un ejemplo ilusionante para todos. Su efecto contagio se extiende a Santa María, que ve cómo ya Plocia está rehabilitada entera, Sopranis avanza rápido, La Merced debe de ser lo siguiente... Pero también Candelaria y Mentidero han conseguido que los nuevos negocios, casi todos abiertos por extranjeros o personas no nacidas en Cádiz, espanten el mal ambiente. Así, quienes trabajan en locales más vanguardistas del casco antiguo niegan que esté en decadencia y son absolutamente optimistas, aunque hay un común lamento por el desierto de vida nocturna y oferta de ocio que presenta la ciudad, por debajo de otras poblaciones. La inyección del Plan Urbana tiene que ser ahora bien aprovechada, pero nada será posible sin una iniciativa privada que incorpore el plus de innovación y modernidad que no dan por sí solos los dineros públicos.

Otra novedad de este análisis parte de los datos: la ciudad cuenta con 30.000 habitantes entre 20 y 35 años. Es el grupo más numeroso por edad, por lo tanto hay público para iniciativas de modernización. También debe haber protagonistas en este tramo de edad, a los que debe estimularse con las medidas adecuadas. De hecho, ya se ve en zonas de la ciudad cómo se abren hueco propuestas de riesgo, cuidadas, diseñadas, innovadoras, al abrigo de la rehabilitación de viviendas y el mayor cuidado por el casco histórico, un entorno que ofrece las mejores posibilidades, si se saben ver, para vivir y para vender. En esa ciudad creemos y en ella es en la que queremos habitar y la que deseamos legar a nuestros hijos.