Opinion

El chivato

¿Qué persona aparentemente feliz no tiene cerca un chivato, presto, dispuesto y con el firme propósito de amargarle la vida? Desgraciadamente, la historia está cargada de sucesos en los que los chivatos han protagonizado y desencadenado hechos tristes y dolorosos. Judas Iscariote es uno de los delatores más famosos del mundo. Judas al igual que el protagonista de la película: El Delator dirigida por John Ford, delata a su amigo por dinero. En el primer caso Judas se ahorca, aparentemente, influido por un repentino ataque de remordimiento de conciencia antes de gastarse el dinero. En el segundo caso, el protagonista de la película de John Ford es asesinado por los amigos fieles al delatado, aunque antes el delator se había gastado casi todo el dinero de la recompensa en bares y fiestas en casas con chicas alegres. El grandullón y medio retrasado protagonista vivió toda su vida miserablemente, soñando con salir de Irlanda y emigrar a los Estados Unidos. El infeliz no sabía que allí lo esperaba un tal MacCarthy enloquecido por cazar brujas comunistas y un tal Elia Kazan que era mucho más soplón que él. Kermit Bloogarden, productor teatral y amigo de Elia, le aconsejó que no delatara a nadie y Elia le contestó: «Tengo que pensar en mis hijos» A lo que Kermit le respondió: «Esto pasará y entonces serás un soplón también para tus hijos». Tanto Elias Kazan, como el protagonista de El Delator, como Judas fueron víctimas del sistema. Ellos vieron que la mejor manera de resolver sus penurias económicas -que eran las que más le preocupaban en esos momentos- era delatando a un amigo. Y ya se sabe que el dinero tambalea y doblega las convicciones más férreas, firmes y arraigadas, porque poderoso caballero es don dinero fácil tan difícil de ocultar.

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Paradójicamente a la riqueza le sucede lo mismo que a la pobreza que también en muy difícil de ocultar.

Los chivatos los podemos dividir, al menos, en dos clases: de los primeros ya hemos hablado, son los que justifican su actitud por dinero y, tal como ha estado y está el mundo puedo entenderlos y pedir clemencia por ellos; los segundos son los peores, son los más ruines y despreciables, son seres con grandes trastornos psicológicos, son los chivatos intrusistas, los que acusan a los demás de manera gratuita, por envidia, porque son incapaces de serenarse y de encontrarse a gusto consigo mismo. Son chivatos que gozan hablando mal de los demás y disfrutan viendo cómo sus víctimas sufren a causa de sus encolerizados y envenenados dardos. Estos agresivos y violentos perturbados mentales, que cuando hablan lo hacen gritando, son capaces de destruir la vida de cualquier persona sin que ella pueda frenar la tormenta. Únicamente el tiempo que todo y a todos pone en su sitio reparará el daño que causó esta inmundicia tan difícil de exterminar, ya que el poder al que sirven suele proteger y mantener esta escoria. Este tipo de chivato se conforma con poco, si acaso, un par de palmaditas en la espalda sirvan para satisfacer su soledad y creerse que él forma parte de un gran equipo de hombres poderosos. Este chivato defenderá hasta la extenuación a los que él cree que son los suyos, pero los suyos lo repudiarán para reparar su imagen en cuanto no les quepa un gramo más de mierda en sus negras y gordas tripas.

Por cierto, un cardenal ha dicho que la elección del nuevo Papa Benedictus XVI estaba preparada mucho antes de que muriera Juan Pablo II.

¿Y es que de los chivatos no se libra ni el mismísimo Vaticano!

Francisco Rodríguez Apolo. Cádiz