Votar en EE UU
Sigo la campaña de las presidenciales norteamericana casi con el mismo interés que si fueran nuestras elecciones. A la vista de la amenaza de un nuevo crash de la economía mundial provocada por la codicia neoliberal de la Era Bush, no parece necesario extenderse en explicaciones sobre lo mucho que nos jugamos en el envite. El mundo no entiende que Obama no aparezca como claro e indiscutible ganador: si de nosotros dependiera, ganaría con el 80% de los votos. Pero quien vota es el pueblo norteamericano, cuya conducta electoral ha podido ser tachada en ocasiones de irracional, votando a quien no le conviene.
Actualizado: GuardarSin embargo, ¿acaso otros pueblos se conducen prioritariamente en función de la gestión del gobierno? A ésta y otras preguntas trata de responder el sociólogo Maravall en un reciente ensayo (La confrontación política, Taurus, 2008) en el que analiza empíricamente los resultados electorales en varios países a lo largo del tiempo. Aunque parece claro que el juicio de la labor del Gobierno es determinante, el resultado puede verse perturbado por la información, sobre todo, por la manipulación informativa que persigue la confrontación, la denominada estrategia de la crispación y el miedo.
Una estrategia que le sirvió a Aznar para ganar en el 96, pero no fue suficiente para que Rajoy eclipsara la buena gestión del primer gobierno de Zapatero. Y es la estrategia de la crispación y el miedo la que permitió a los neocons ganar en EE UU en 2000 (con trampas) y revalidar en 2004 con una desastrosa gestión a cuestas. Se entiende que en la recta final de una campaña que les aleja por días de la victoria, recurran a las truculencias del miedo, la difamación y el escándalo, utilizando a esa Mariquita Pérez americana que es la señora Palin.
Ciertamente la complejidad de la conducta electoral en democracia hace difícil cualquier pronóstico y apenas hay teorías verificadas ni siquiera para explicar los resultados a posteriori. Parece claro el papel, cada vez más decisivo, de la información en las sociedades avanzadas en la conformación del voto. Pareciera que habiéndose democratizado tanto el acceso a la información debiera mejorar el criterio con el que se juzga. Pero lo cierto es que la sobreabundancia no implica calidad ni mejora del juicio. Puede ser embrutecedora, distorsionante o simplemente manipuladora.
Sólo en estas claves puede entenderse que McCain, heredero natural, a pesar de sus demagógicas poses de rebeldía, de los desastres de Bush, tenga posibilidades frente a la frescura y sentido común de Obama. ¿Qué ha cambiado en y para EE UU y el mundo en estos ocho años? Ocho pistas:
1. Una guerra injusta, ruinosa e imposible de ganar. 2. Destrucción del orden internacional basado en el multilateralismo de la ONU. 3. Conculcación sin paliativos de los convenios internacionales sobre derechos humanos (Guantánamo, secuestros y vuelos ilegales, bombardeo de civiles o torturas en Abu Ghraib). 4. Desprestigio internacional, pérdida de simpatía y aliados incondicionales. 5. Devaluación de la democracia eliminando garantías constitucionales de los ciudadanos justificadas por un terror causado o inducido por sus políticas. 6. Endeudamiento suicida y total responsabilidad en el crash económico al que se dirige la economía mundial. 7. Desgobierno y corrupción frente a los desastres tipo Katrina. 8. Mayor desprotección social y escandalosa diferencia de rentas entre pobres y ricos.
Déjennos votar: es demasiado importante para dejarlo sólo en sus manos.