Se veía venir
Qué pensarían los firmantes de La Pepa si sus tataranietos les dijeran que lo que esperan es que les den un trabajo, una paga, una casa o una subvención
Actualizado: GuardarCádiz no es Wall Street -ni ganas, que diría Pepe Landi-, pero casi. Hoy todo el mundo habla del Ibex, del Dow Jones y de los productos tóxicos financieros, ese eufemismo de saqueo de guante blanco. Sabemos que nuestro bolsillo mengua por culpa de una hipoteca subprime, que no es la nuestra, pero como si lo fuera. Un efecto mariposa bursátil que no entendemos, pero que sí padecemos. Efectivamente, un tsunami que va de aquí para allá, a lo loco, sin tregua ni dirección conocida. Te sorprende en la gasolinera, en la panadería, en la cola virtual del banco... Nunca el agobio estuvo tan globalizado. Y ahora todos dicen aquello de se veía venir. Pero nadie avisó. O no quiso avisar.
En Cádiz también se ve venir. Y no la crisis, que llegó hace tiempo y se quedó a vivir, sino la depresión social por culpa del desempleo, de la pérdida de oportunidades, del pesimismo vital, del aislamiento económico. Ese es el riesgo, porque sí, se ve venir. Aquí tenemos experiencia para aguantar los malos tiempos, pero no por ello se debe renunciar a exigir que se tomen medidas urgentes y especiales. Cádiz merece ahora más que nunca una discriminación positiva. El pago de la deuda histórica que Andalucía tiene con ella.
NAVANTIA, EN EL ALAMBRE
Por mucho que intenten explicarlo, no se entiende la trifulca en los astilleros. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Así se escribe la historia de esta industria que parece dispuesta a tirar por la borda todo cuanto haga falta. Sin más. Los astilleros se salvaron de su última crisis gracias al acuerdo con la Unión Europea y a una inyección millonaria y pública, por lo que ahora no se entiende que los trabajadores expresen sin pudor que no se sienten vinculados a este compromiso. Es temerario -por parte de los sindicatos y de la propia empresa- convertir la negociación del nuevo convenio colectivo en un foco de conflictividad, más aún cuando los centros de la Bahía tienen carga de trabajo garantizada hasta 2012.
Para los ciudadanos, implicados históricamente en la defensa de los astilleros, es difícil entender que ahora, en plena crisis, Navantia vuelva a saltar por los aires. Es preciso ofrecer información para evitar así confundir a la opinión pública. Para empezar, los trabajadores deberían argumentar las razones por las que exigen una subida salarial del 10 por ciento, aparentemente desproporcionada en comparación con otros sectores. Los astilleros no pueden vivir eternamente de su pasado y creer que siempre llegará el Estado con dinero público para salvar los trastos. Es absurdo ignorar que la estructura actual de esta industria en la Bahía se mantiene sólo por una decisión política, ya que su capacidad competitiva respecto a otros astilleros es más que dudosa. Algún día el mercado dirá basta y entonces nos lamentaremos: se veía venir.
LA CARRETERA DE LA MUERTE
¿Cuántos accidentes más necesita el Ministerio de Fomento para dar una solución a la peligrosa N-340? Una sociedad avanzada no puede mantener una situación así. La peligrosidad de la carretera entre Vejer y Tarifa obliga a tomar medidas urgentes para evitar este goteo constante de vidas humanas. Hace un par de meses fueron cuatro jóvenes los que se dejaron la vida en un choque frontal y el viernes falleció otra persona una colisión similar. Podremos echar de nuevo la culpa a la velocidad excesiva, pero ello no impide reclamar unas carreteras más seguras en la que los conductores no quedemos en manos de la suerte o de la imprudencia de otros.
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, máximo responsable de la Dirección General de Tráfico y diputado por la provincia de Cádiz, y la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, tienen la responsabilidad de encontrar y facilitar una solución a este despropósito. Es un síntoma peligroso que nuestros representantes políticos apenas hayan levantado la voz cuando el Gobierno excluyó de los Presupuestos Generales del Estado el proyecto de desdoblamiento de esta carretera.Y mientras deciden qué hacer, al menos se deberían invertir unos cuanto miles de euros en señalizar adecuadamente la peligrosidad de esta carretera y en establecer controles efectivos para limitar el riesgo. Quizá así se pueda salvar alguna vida. Esta vez, el lamento se transforma en indignación: se veía venir.
PSOE Y PP
No hay un partido como el PSOE que sepa convivir con la polémica interna. Aquella etapa gloriosa de guerristas y renovadores curtió a los socialistas y les enseñó a airear los trapos sucios en plena calle. Federico Pérez Peralta ganó la secretaría local con un lacónico 67 por ciento de los votos que pone en duda su capacidad para aglutinar al partido frente a un sector crítico más activo que efectivo. Peralta tenía la victoria en el bolsillo, pero se jugaba su autoridad y quizá sus aspiraciones. Ganó pero también perdió.
No ocurre lo mismo con los populares, que se pirran por alardear de respaldos del cien por cien, como si eso fuese verdad. Loaiza ya tiene su cien por cien en Cádiz, y Javier Arenas se lo está trabajando en Andalucía, aunque para ello tenga que cortar cuantas cabezas se atrevan a discrepar. O a no seguirle la corriente. Se veía venir, dicen en Málaga, donde Arenas ha forzado la salida un presidente provincial que ganó el pasado congreso con un apoyo del 92 por ciento y que en ocho años logró pasar de 7.000 a 27.000 afiliados. Así le va.
macastillo@lavozdigital.es