Artículos

Con el viento en las velas

Con las dificultades añadidas de que la tormenta financiera le relaciona con la Administración republicana de Bush, a John McCain sólo le quedan, aparentemente y a día de hoy, dos posibilidades reales de obtener la presidencia de Estados Unidos: el debate del próximo miércoles en Hampstead o que cale entre la opinión pública la tesis de que no es posible fiarse de Obama. El duelo de Nashsville fue irrelevante a efectos de la carrera hacia las urnas y su resultado osciló entre el empate técnico y la ligera ventaja para Obama que no hace cambiar a casi nadie de intención de voto. Si tal cosa ocurre la próxima semana, solo quedará que McCain se resigne a adoptar el tono de descalificación personal e ideológica contra su adversario. Algo que ha rehusado hacer hasta este momento.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El esbozo de esa estrategia ha corrido a cargo de la aspirante a la vicepresidencia, Sarah Palin, que dibuja a Obama como un candidato que no sería 'uno de los nuestros', que no sería 'norteamericano del todo' y que tendría, por añadidura, una agenda política oculta. Agenda que no es tan oculta para el autor de un libelo vergonzoso que se venció como el agua hace un mes, Jerome Corsi, quien cree que el país de Obama será un cóctel de políticas de izquierda y culto a la personalidad.

Se atribuye al jefe operativo de la campaña republicana, Steve Schmidt, el giro en esa dirección una vez que el 'efecto Palin', muy prometedor tras el discurso de la candidata en la convención del partido, ha resultado efímero. A día de hoy, el senador afroamericano tiene el viento en las velas, con una ventaja media de casi seis puntos y está en cabeza en estados clave, un dato más importante que el voto popular directo computado a nivel federal. McCain tiró la toalla en Michigan para concentrar sus esfuerzos en esos estados ahora pro-Obama como Florida, Virginia o Colorado. Técnicamente hablando hizo lo adecuado, pero dejó la impresión de que va a remolque. Por lo demás, es dudoso que Obama haga algo que avale lo del programa oculto. Al contrario, no sabe qué hacer para mostrarse continuista y beligerante. Lo último es dejar que circule el rumor, fundado tal vez, de que pedirá a Robert Gates que continúe en el Pentágono si él llega a la presidencia.