Opinion

Don José María

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acía bastantes años que no lo veía en persona, y ya me apetecía, porque su nombre siempre ha estado muy presente en mi equipaje vital.Ya en mi niñez, recuerdo que se le citaba con cierta frecuencia en casa y en las reuniones familiares, y siempre con admiración. Crecí observando las, para Jerez, devastadoras consecuencias de la expropiación de Rumasa; se podría decir que, incluso, las sufrí en primera persona; y después, gracias a mi profesión he podido seguir y analizar desde primera fila el resurgimiento de un grupo empresarial que ya debe estar entre los más potentes de nuestro país y que entre sus principales activos tiene los relacionados con el sector vitivinícola del Marco de Jerez. El pasado domingo las circunstancias me hacían en Madrid y, evidentemente, no quise dejar pasar la oportunidad de presenciar el partido entre el Rayo Vallecano y el Xerez Deportivo.Y fue allí, en el estadio Teresa Rivero, en pleno distrito de Vallecas, donde tuve la oportunidad de conversar durante unos minutos con José María Ruiz-Mateos. Lo vi bien, muy bien; con la misma agilidad mental de siempre, con su particular gracejo, con una lucidez e ilusión por el trabajo que tiene que hacerse mirar ¬-no es normal después de tantos años y sinsabores- con ganas de seguir construyendo proyectos en nuestra ciudad -buena falta hacen- con una pasión que le rebosaba en cada una de sus palabras sobre esta tierra. En una palabra, Espléndido. Siento decepcionar a los que quieren jubilarlo definitivamente, pero pude comprobar que la jubilación es un término que no aparecerá jamás en el diccionario del patriarca de los Ruiz-Mateos. A raiz de nuestro encuentro, pensé en dedicarle alguna de estas humildes gacetillas dominicales que servidor plasma en esta página y que algunas veces podrían entretener a algún lector despistado mientras que otras no sirven ni para envolver pescado o limpiar los cristales de casa con ellas. Y pensé en volver a definirme públicamente en lo que se refiere a este señor, y en significar que, aunque en determinados círculos de nuestra ciudad, sea políticamente incorrecto, yo me considero ruizmateista. Y a mucha honra. Todavía hoy día, este Robin Hood de la empresa sigue siendo extraordinariamente querido por la gran mayoría de los jerezanos, e injustamente vilipendiado desde determinados despachos o foros de poder donde ya empieza a oler a naftalina. Hay veces que me gusta imaginar que podría haber sido de esta ciudad, si Boyer y González no hubieran jugado a Hundir la Flota con el imperio de la abeja, en una maniobra que -ahora lo podemos decir con sentencias judiciales que así lo corroboran- fue como poco una sinvergonzonería política, una merienda de negros y quien sabe si un atraco a mano armada. Todavía hay quien se cree esa milonga de que Rumasa estaba poniendo en peligro los cimientos de la economía española o que estaba llevando a un callejón sin salida a las bodegas de Jerez por su política de precios. Qué quieren que les diga. ¿De verdad se creen ustedes que si Rumasa hubiese sobrevivido al socialismo ochentero, las bodegas de Jerez estarían ahora peor de lo que ya están? ¿Se habrían perdido casi 10.000 puestos de trabajo y una posición envidiable en el mercado nacional e internacional? ¿Se estaría abogando por arrancar más viñedo? Me cuesta mucho trabajo creerlo. Vamos, que no me lo creo. Es más, estoy convencido de que si a la abeja no le hubieran extirpado las alas, hoy una ciudad como la nuestra no soportaría la vergüenza y el drama de contar con más de 22.000 parados en sus filas. Pero no contento con su impagable contribución empresarial y con el nacimiento de Nueva Rumasa, José María Ruiz-Mateos se embarcó hace tres años en la aventura de la Fundación Teresa Rivero, una plataforma desde donde está ayudando a mucha más gente de la que creemos con un equipo de trabajo que llega adonde la ruina económica e incompetencia del Ayuntamiento nunca llegarán. Creo que es el momento de dar la enhorabuena a Alfonso Ruiz-Mateos -digno continuador del trabajo y el espíritu de superación de su padre- Juan Manuel Corchado...a todos ellos. Y, sobre todo, es el momento de que Jerez tribute a José María Ruiz-Mateos el homenaje público que se merece. Me consta que tiene muy buena relación con Pilar Sánchez, pero me resulta rocambolesco pensar que un Ayuntamiento socialista vaya a rendir honores a Ruiz-Mateos. Por eso tiene que partir desde otros foros e instituciones. No esperemos a que no esté para, como pasó con Lola Flores, ponerle un monumento. Hay que mirarle a la cara, estrecharle la mano y decirle, gracias Don José María. Motivos para hacerlo, tenemos de sobra.