PINCHITOS MORUNOS

El 'cibergachó'

Tengo con las empresas coñazo estas que te llaman a tu casa por teléfono para venderte cosas una guerra sin cuartel. No les perdono que un día, a las dos y 23 minutos de la tarde, tengo la hora clavada en mi estómago, me echaran a perder una fritá de croquetas del puchero que se me quemaron más que los bautizos civiles de Terrada. Una voz femenina me quería vender, hablando a velocidad de Fernando Alonso, yo no sé que jigas y yo le dije que pa jigos los de Jerez, que son reondos y durses.

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Parece que lo hacen a mala leche o te llaman a la hora de freír croquetas o a la hora de la siesta. Bueno y a más de uno lo han llamado en otra hora que mi férrea educación católico cristiana me impide nombrar. Aprovecho la ocasión para mandar un besito a mi Virgen del Rosario que celebra el próximo día 7 su florido día y Cádiz le llevará flores y el Ayuntamiento una merienda... porque la Virgen tiene ya más de ochenta años. Ahí es dónde se ve el progreso de la ciudad en que tenemos un concejal dedicado a dar meriendas... es la Bella Easo, pero en versión migote.

Lo último me ocurrió la otra noche. El sol ya se había ido a dormir... él nunca se retrasa, como el AVE. Me disponía a tumbarme en el sofá y sonó el teléfono. Me acerqué, lo cogí, dije buenas noches y me contestó un gachó cibernético, como una versión del robot de la Guerra de las Galaxias pero en vez de llamar a Obiguankenovi llamaba a un tal Adeseleplus. ¿Está contento con su adesele? me preguntó... a ti te lo voy yo a decir, le contesté yo.

Me quedé como pasmado, como Solbes, el ministro de Economía, cuando ve un euríbor volando, y, por unos momentos, poseído por el gachó cibernético, hasta me quedé escuchando. El robot, con voz como de oxidao, seguía hablándome de los jigas, de la velocidad y yo cada vez tenía más ganas de cagarme en sus jigamuertos, pero pensé para mí, contrólate, Osé, no vaya a darte un cortocircuito insultando a la máquina infernal.

Antes, por lo menos, te ponías a discutir con la operadora y te ibas para el salón contento, pero con el cibergachó hasta en eso te hacen la puñeta. Antes nadie abría la puerta un domingo por la mañana por miedo a que te dieran el desayuno los testigos de Jehová, pero ahora es que no te atreves a coger el teléfono porque ya te joroba un gachó cibernético. Uno que creía que ya lo había visto todo cuando un armario de aluminio te decía «su tabaco gracias» y ahora resulta que un robot te suelta un discurso... se está perdiendo todo... Quiero que el Ayuntamiento de Cádiz me invite a merendar. ¿Teófila dame un migote!, grita el pueblo enfervorecido.