«La mujer sigue pagando un precio muy alto por trabajar fuera»
Entiende que el Parlamento debería ser un ejemplo para toda la sociedad andaluza
Actualizado: GuardarMadruga más de lo que necesita para poder iniciar el día con calma, una sensación que rara vez experimenta durante el resto de la jornada. La rutina comienza con Colacao y dibujitos de Doraimon. Le prepara a sus hijos la mochila y la talega (con el tentempié matinal) mientras escucha la radio. Las noticias le acompañan a ella y a su esposo mientras van al trabajo. Deja a los pequeños en el aula matinal, a las ocho y veinte de la mañana. Ya no los verá hasta las cuatro de la tarde, siempre y cuando no haya pleno en el Parlamento o su jefe (Diego Valderas) no tenga alguna entrevista en radio o televisión. El horario de comidas de Esther está sujeto a estos imprevistos. En muchas ocasiones le dan más de las cuatro sin comer.
Y pese a este ritmo frenético, ella se siente una privilegiada: «Me gustaría saber cómo hacen esas mujeres que trabajan todos los días hasta la noche, en una gran superficie o en un despacho, cómo lo harán para poder cumplir fuera y en casa, yo las admiro».
Inexplicable
La parece una inexplicable contradicción las dificultades a las que se enfrentan las mujeres que trabajan en la política o, como en su caso, en el entorno político, para poder conjugar vida laboral y familiar. «El Parlamento debería ser, en todos los sentidos, un ejemplo de conciliación laboral que transmitiera a la sociedad la importancia de posibilitar a una madre cumplir, a la vez, con su trabajo», esboza.
Una mujer sin ayuda familiar o sin tener la posibilidad de contratar a una trabajadora doméstica tendrá muy complicado poder desempeñar un cargo de responsabilidad política, opina con rotundidad Esther. Tanto la opción de la guardería como la de contratar a una persona externa que cuide de los menores por horas resulta cara. Calcula que estos gastos pueden superar los 300 euros al mes por hijo. La asesora de IUCA apuesta por incidir en políticas que mengüen estos desembolsos como una acción clave hacia la igualdad real y efectiva. Otra clave es la flexibilidad. Discierne que una madre que tiene un hijo enfermo rendirá más desde la casa, teniendo controlado a su retoño, que en la oficina preocupada de si tiene o no fiebre.
Disfrutar
Esther cuenta con una asistenta doméstica por horas. Intenta mantener a su madre al margen, «porque con 60 años debe disfrutar y no cuidarme a mí mis hijos» y, sobre todo, lucha por reservarle las tardes a Carlota y a Marcelo. «Me encanta disfrutar con ellos en el parque y no me molesta, mientras juego con ellos, resolver urgencias del trabajo por teléfono», incide.