Despedida
En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría se roncan. En un primer momento, de la mano de Theo Vargas en la Cadena Ser, y desde hace cuatro años, gracias a esta columna ofrecida en su día por Ignacio Moreno, he cumplido el sueño de acercarme al mundo del periodismo y de escribir con total libertad sobre el equipo de mis amores, equivocándome en ocasiones al sentir más que pensar y al hacer mía la máxima de que las palabras elegantes no son sinceras y las palabras sinceras no son elegantes.
Actualizado: GuardarEn la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría se roncan. En un primer momento, de la mano de Theo Vargas en la Cadena Ser, y desde hace cuatro años, gracias a esta columna ofrecida en su día por Ignacio Moreno, he cumplido el sueño de acercarme al mundo del periodismo y de escribir con total libertad sobre el equipo de mis amores, equivocándome en ocasiones al sentir más que pensar y al hacer mía la máxima de que las palabras elegantes no son sinceras y las palabras sinceras no son elegantes.
A la vuelta del verano he intentado prolongar mi presencia en esta lujosa ubicación, pero como diría el cantante, las musas han pasado de mí y me veo obligado a despedirme, deseando que no sea un adiós sino un hasta luego. Cierro esta experiencia de mi vida con provecho y dejando mi privilegiado sitio a otros columnistas más curtidos y preparados, pues uno es consciente que todos estamos hechos del mismo barro, pero no del mismoo molde, y opto por el silencio, aunque esta opción es también una opinión y a veces resulta más dificíl manejar que las palabras.
No sería justo si en este momento, junto al agradecimiento a este medio por mantenerme durante cuatro temporadas, no pidiera disculpas a quien ha sido sujeto principal de mis comentarios. A veces somos demasiado inexorables al juzgar a los demás cuando nos creemos sin culpa o cuando, bajo el manto de la libertad, les decimos aquello que no quieren oír. Si con ello he provocado desasosiegos o malos ratos al Sr. Muñoz, le reitero mis sinceras disculpas, no quedando sino recordar a todos que, afortunadamente, una opinión equivocada puede ser tolerada donde la razón es libre de combatirla.
Gracias por aguantarme, queridos lectores.