CHOQUE. La Isla volvió a vivir un gran derbi entre San Fernando y Cádiz. / MIGUEL GÓMEZ
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El más cuerdo del manicomio

El Cádiz remonta y gana al San Fernando en un partido de locos con siete goles y un expulsado Toedtli, por partida doble, Fragoso y López evitan el naufragio de la mediocre zaga amarilla

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De locura. Auténtica y bella locura. Siete goles, un penalti fallado, dos palos, un expulsado y tres puntos. El manicomio de la Isla encerró ayer a ocho mil locos entre barrotes azules y amarillos, y el más cuerdo salió indultado a final de la jornada. Ese Cádiz que aún no tiene la cabeza en las mejores condiciones, que patina en el concepto defensivo, se cree Napoleón cuando todavía no es soldado raso y no ha tomado contacto con la realidad aunque ya va comprendiendo la dureza de esta áspera Segunda B.

El equipo amarillo salía airoso de San Fernando con la incipiente sensación de la victoria sufrida, y la postrera reflexión de que por este camino se ganan partidos pero no se logran ascensos. El tremendo golpe del Conquense ha hecho tambalear la confianza de la zaga, ya dubitativa desde pretemporada, y ayer confirmaba con su fragilidad que es un verdadero problema en este arranque. Detectado el cáncer, ya es posible emprender la cura. Por fortuna o desdicha, nadie podrá aferrarse a la frialdad de los números para sacar pecho.

El pájaro Toedtli, con sus afiladísimas garras, y la vanguardia cadista rescataban a esta defensa del naufragio en La Isla. Con el cronómetro ya cantando el final, López Silva se llevaba la gloria para la Tacita después del arduo trabajo de los cañaíllas, lo mismo que aquel 19 de marzo. La regulación del sistema defensivo y, sobre todo, el desgaste físico de un San Fernando que no recargó el depósito de gasolina en pretemporada, permitían que los amarillos recuperasen la compostura y se colasen de nuevo entre los primeros del cuarto.

Este día de locos comenzaba con la ausencia del más loco de ellos, Raúl López, quien decidía no forzar después de sentir unas extrañas molestias en la zona lesionada. Con Ezequiel ko, física (siete puntos de sutura) y mentalmente, Gracia tiraba de la veteranía de David García. Y el partido tomaba otro cariz bien distinto, pues el ex del Nàstic ha conseguido con su actuación que todo Cádiz y parte del extranjero recen para que Raúl López no se resfríe. Junto a esta novedad, Fran Cortés reemplazaba a Caballero y Toedtli se ganaba la oportunidad por unos problemas físicos de Rubiato.

Horrible primera mitad

Con este panorama se iniciaba una primera parte para encerrar a más de uno. Este primer asalto, a pecho descubierto y sin miedos (ni disciplina táctica) resaltaba las virtudes del San Fernando y los defectos de este Cádiz. El fuerte ha de imponer siempre su ritmo y su estilo pues la vivacidad e ilusión de sus oponentes es un peligro difícil de atajar. El Conquense ya enseñó que no se puede jugar de tú a tú porque ellos también son muy listos.

En Bahía Sur, la velocidad de los pequeñitos isleños (Puli, Casares y Canito) ridiculizaba la lenta y pasmosa retaguardia amarilla, que confirma jornada a jornada su pésimo momento. Su primera cantada llegaba, como no, en una excelente jugada de estrategia en la que Casares remataba en el cuello de la botella (valga el símil baloncestístico). De la Cuesta y Fragoso sólo podían aplaudir la maravillosa pizarra de Iriondo. El tempranero gol desataba la locura. El equipo amarillo se lanzaba a la desesperada ante una zaga también nerviosa y con dudas, Castillo aparte. Enrique se movía como una anguila y forzaba un penalti, pero Toedtli topaba con Iglesias y la madera. Tendría tiempo para redimirse. Una vez perdonado, el San Fernando soltaba otro guantazo, aprovechando un grave error de David García. Canito marcaba a placer después de una buena parada de Casilla, con los tentáculos multiplicados para hacer frente a las numerosas ocasiones de los azulinos en la primera mitad.

En estas surgía la espectacular figura de Toedtli, que da razones para soñar con un delantero solvente (y goleador) que no se recuerda desde Oli. El argentino es un hombre de área que cazaba dos bolas para igualar la contienda cuando los amarillos tenían el agua al cuello. El Cádiz imponía la cordura, pero una nueva recaída en su enfermedad generaba el tercero del San Fernando, por la misma banda de un desesperado y desesperante García. Descanso. Tiempo para reflexionar y tomar la medicación. Apelar a la lógica, fomentar la capacidad de raciocinio. Si después de tantas locuras seguía vivo, era obligado pensar en la remontada. Este Cádiz majara se liberaba por fin de la camisa de fuerza. Juntaba líneas (se había quebrado en dos), la defensa se cerraba y volvía más agresiva tras la presumible arenga del técnico, y la pegada en ataque haría el resto. Son los méritos amarillos. Enfrente, unos futbolistas desgastados, sin fuelle después de no haber realizado pretemporada, y un entrenador que mira a la nevera y no encuentra refrescos. Para colmo, el regalo de un portero que anda un tanto desafortunado, pues su presente resucitaría a los capitalinos en la búsqueda de la épica.

La mala salida de Raúl Iglesias dejaba el cuero en bandeja para Fragoso, que no perdonaba a puerta vacía. El empate era un consuelo menor, muy menor, pues los visitantes ya imponían una tremenda superioridad sobre el rival. Toedtli estaba a punto de marcar el golazo de la temporada con un chutazo desde el pico del área que se estrellaba en la madera. Con paciencia pero no relajación, los pupilos de Gracia construían sus oportunidades. La gotera en la defensa isleña resultaba evidente, y las ocasiones caían irremediablemente una detrás de otra. Al Cádiz sólo le faltaba que entraran en el cubo rectangular.

La expulsión de Ormazábal, absurda pero justa, igualaba las fuerzas. Agotamiento contra inferioridad. Pero la máquina ya se había engrasado y no podía parar. Una excelente jugada de Enrique por banda derecha la culminaba López Silva para imponer la ley del más fuerte, que no tiene que ser la más justa. Magnífico epílogo para los cadistas, triste para los isleños que aun así se sienten orgullosos. Ambos disfrutan de un amplio margen de mejora, un largo camino pero hay que darse prisa. Sobre todo el Cádiz. Está bien abonarse al sufrimiento con premio, pero no jugar a la ruleta rusa cada domingo. Eso es de locos.