Bulerías de 'La Perla' y alrededores
Este artículo muy bien pudiera haberse titulado, parafraseando a Jardiel, «Cabañas y la extraña provincia», porque a uno le parece que esta es la provincia más rara de España. Entre la Bahía, el Campo de Gibraltar y la Sierra, la única conexión administrativa y política parece ser la Diputación de Cádiz con capital en Alcalá de los Gazules. Pero como a uno no le gusta meterse en política y nunca ha sabido exactamente qué es exactamente lo que hace Diputación que no pudieran llevar a cabo las distintas subdelegaciones de la Junta o el Gobierno (que por cierto tampoco sabe uno exactamente que coño hacen, aparte de colocar depresivos del sindicato de «la tiza»).
Actualizado: GuardarPero como decía no me quiero meter en política, que luego se hace uno un lío y termina sobrando gente por todas partes, como en el Ayuntamiento.
Por eso me he venido con mi amigo Fidel París a dar un paseo por la zona del Mercado de Abastos, a hacer un retrato costumbrista de una zona de Jerez -la comprendida por la plaza de San Francisco, Doña Blanca y Algarve- que es fiel espejo de «esta nuestra comunidad provincial» , como diría un hipotético Cabañas de «aquí no hay quien viva», que por cierto que, sin pensarlo mucho, me ha salido un símil bastante acertado de la realidad de la provincia.
Bulerías de La Perla
Yo soy el hombre tranquilo
Que ve, sentado en La Perla,
El trajinar de mendigos
Y la vida de reventa.
Hemos comenzado nuestro paseo por el bar La Perla: desde la terraza de La Perla se contempla un mundo entre serrano y marinero, con sus puestecillos ambulantes de coquinas, camarones, tagarninas, espárragos, cabrillas, especias Desde La Vega hasta las Angustias no hay un vagabundeo en este pueblo que recuerde mas explícitamente a un Zoco, a nuestro remoto pasado Mozarabe. Ese runrún, esa tranquila agitación que se adentra en el mercado que se instala en los puestos de la Plaza y sale por San Francisco, donde continua la toldería de mercadillo. Allí nos hemos tomado el fotógrafo y yo una caña de cerveza y una tapa de morralla en el antiguo Kiosco de Enrique el gallego, y nos hemos encontrado un majara vestido de Dios sabe qué con su cubo y su abanico y su ombligo al aire; el hombre ha posado ha posado para nosotros con aire de confusión y aspecto satisfecho.
Después hemos hecho una visita al nuevo mercado de pescado y marisco que, sin perder en absoluto su encanto, hay que reconocer -a cada uno lo suyo- que ha quedado para comer en el suelo (no se lo vayan a tomar al pie de la letra y vayamos a tener un disgusto); zanganeando llegamos de nuevo a la Perla y Doña Blanca.
La Puerta de Simago
Cada vez que paso por la puerta de Simago (he renunciado a aprender los sucesivos nombres) me vienen a la memoria mis escapadas de infancia montado en la lechera del camión de riego, a la busca de lo desconocido, como un «doctor Livingstone supongo» cualquiera; como iba diciendo, en la puerta de Simago vendían unos pollitos horrorosos pintados de colores, que dejaron una de esas definiciones puramente locales que permanecen cuando ya su protagonistas pasaron a mejor vida: «Eres mas feo que los pollos de Simago». En Sevilla se traducía «Eres mas fea que el escaparate de Pedro Jiménez», por una conocida ortopedia frente a la Catedral.
Aromas y sabores
En fin volviendo al principio de esta columna y siguiendo sin entrar en política, este pueblo podría podría ser, si perdiera algo de prepotencia y altanería, capital sentimental de la provincia, de sus aromas y sus sabores; punto de encuentro de este maravilloso estrambote que es Cádiz, sin mas pretensiones, ni disputas, ni odios estériles que a nada conducen. Esas cosas se las dejaremos a los señores de Diputación, que tienen mas tiempo libre. rafabtoledano@hotmail.com