EL TENDEDERO

Una entre 50.000

Una entre cincuenta mil y, sin embargo, individual. Es verdad que a sus cincuenta años podríamos decir que con pasta, mucho gimnasio y algo de cirugía estética, así cualquiera, pero que es la number one es indiscutible. Cuando esta mañana, por ayer, me preguntaban por el concierto de anoche, la expresión que más se aproximaba a lo que vi, y sobre todo viví, es esa que acuñó cierto torero: «En dos palabras, im-presionante». Ver en directo una artista de la talla de Madonna y sobre todo el espectáculo y la fantástica puesta en escena, era una oportunidad que no podía dejar escapar, ya que este tipo de concierto no es frecuente tenerlos tan cerquita. Así que desde hace más de un mes, con mis entradas en el bolsillo, estaba ansiosa por ver a la reina del pop en directo, y no (me) defraudó, todo lo contrario. Y yo, una más entre las casi cincuenta mil personas que allí estábamos, me sentí afortunada por poder disfrutarlo y ahora compartirlo.

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Recuerdo los inicios de Madonna, cuando con 20 años era un referente para muchas de nosotras, hace ya tres décadas; pero hoy lo sigue siendo porque es una mujer que más allá de su vanidad y permanente provocación ha sabido reinventarse con cada proyecto, con cada disco, con cada espectáculo. Siempre cultivó la transgresión y la vanidad; la frivolidad ha sido permanentemente su tarjeta de presentación como gran diva que es. Pero qué duda cabe que conseguir en dos horas la entrega total de cincuenta mil almas es como para quitarse el sombrero y algo más. Y hablando de quitarse, sigue siendo impúdica sobre el escenario, aunque por momentos da la impresión de que muestra más su yo que su cuerpo. Hay mucho de verdad en esa coreografía que inunda todo un estadio, hay entrega en esos pasos milimétricamente medidos que, sin embargo, cautivan por su aparente improvisación. En fin, qué quieren que les diga, por muchos adjetivos que utilice es difícil explicar tan arrolladora fuente de energía.

No es mi heroína, pero me merece mucho respeto como artista y como mujer. Yo, a los cincuenta, quiero ser como ella: imaginativa y rompedora.