Zaragoza renovada
La Expo de Zaragoza, que anoche fue clausurada por los Reyes, llegó ayer a su fin después de acoger durante tres meses a cinco millones y medio de visitantes y de haber generado durante los tres últimos años una importante actividad económica en torno a la capital aragonesa. El acierto de dedicar tan relevante evento al agua y a la sostenibilidad se plasmó antes y durante el desarrollo del mismo en debates y conclusiones que, con su síntesis en la llamada «Carta de Zaragoza», han permitido consignar un interesante catálogo de inquietudes e ideas en torno al medio ambiente. Sin embargo, tanto la coincidencia con la discusión más doméstica respecto a la administración territorial de los recursos hídricos en España como la preeminencia de los lugares comunes respecto a las propuestas más innovadoras ha dificultado que el contenido de muchas de las aportaciones alcanzara el eco preciso en la opinión pública. Es indudable que la Expo ha constituido una gran oportunidad para Zaragoza. Basta reseñar las inversiones viarias, los puentes y pasarelas construidos sobre los cuatro cauces fluviales de la ciudad, la mejora de sus riberas, las distintas intervenciones en los barrios y el recinto que se convertirá en parque empresarial para concluir que hay un antes y un después de la Expo para los zaragozanos. Pero sería conveniente que el balance que ofrezca la sociedad pública Expoagua refleje claramente la carga de endeudamiento que tan importante transformación implica para las arcas municipales y, en su caso, para las demás instituciones concernidas por el evento.
Actualizado: GuardarLa propia «Carta de Zaragoza» establece que la sostenibilidad depende también de «una mejor rentabilidad de las plusvalías que la ciudad genera». De ahí que también resulte imprescindible evaluar la eficiencia real, a corto y medio plazo, de esfuerzos extraordinarios como el realizado con la Expo. Por otra parte los datos de afluencia de público, sus preferencias y el sentido último que el desarrollo de la Expo ha adquirido invitan a pensar tanto sobre el papel como sobre el contenido y orientación de este tipo de eventos en la era digital y en un tiempo saturado de convocatorias, edificios emblemáticos e iniciativas de diverso tipo. El hecho de que sólo un 7% de los visitantes proviniesen de fuera de España es un buen indicativo de hasta qué punto resulta difícil hacerse un sitio en el mundo global.