OPORTUNIDAD. Un grupo de personas recoge artículos desperdigados por el suelo de un almacén saqueado en Cobija. / REUTERS
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Morales somete a la rebelde Pando

El Ejército boliviano ocupa la región, mientras el presidente ordena que se detenga a su gobernador

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El enfrentamiento entre el Gobierno que preside Evo Morales y los opositores autonomistas bolivianos se enciende aún más en el departamento de Pando, declarado en estado de sitio. Los muertos en el municipio de Porvenir a causa de los disturbios ascienden ya a la treintena, mientras el Ejecutivo ordenó la detención del gobernador, Leopoldo Fernández, por negarse a acatar la medida adoptada por La Paz, pero que al final cedió «aunque nos duela mucho». Sólo la reunión de ayer tarde entre ambos bandos abría una pequeña rendija a la esperanza de resolver la crisis por la vía del dialogo, aunque los prefectos lo condicionan a que «no haya un solo muerto o herido más».

Ambas partes ofrecían versiones contradictorias sobre el seguimiento del estado de sitio en la 'rebelde' Pando. Según el ministro de Salud, Ramiro Tapia, «se ha devuelto la tranquilidad a Cobija», la capital de esa región. Para corroborarlo, la televisión estatal mostró imágenes de soldados patrullando las calles.

No obstante, el Ejército ampliará su presencia hasta las áreas rurales de Porvenir, donde se produjeron los graves choques del jueves entre simpatizantes gubernamentales y grupos de 'cívicos' (defensores de las autonomías) y que aún permanece sacudido por las actuaciones de distintos grupos armados. Morales afirmó que los responsables e la violencia eran «sicarios brasileños y peruanos» contratados por el prefecto Fernández para ametrallar a sus simpatizantes: campesinos desarmados. El Gobierno de Lima ha exigido informes precisos sobre este grave contencioso.

Disparos al aire

Sin embargo, el portavoz de la Prefectura de Pando, Hugo Mopi, afirmó que los militares «están en el aeropuerto y en los cuarteles», pero en la calle «todo está normal». Según Mopi, los soldados realizan «disparos al aire» y piden a la gente que se queden en sus casas porque ellos son la Policía Militar y «estamos en estado de sitio».

Lo que sí se ha confirmado por la dos partes enfrentadas es la cifra de muertos. El ministro del Interior, Alfredo Rada, dijo que «en Porvenir se acercan a treinta las personas que han perdido la vida. Estamos frente a la masacre más cruenta ocurrida en tiempos de democracia». Asimismo, denunció que algunos cuerpos todavía permanecen desperdigados por el monte, donde cayeron bajo las balas.

También que el aeropuerto está cerrado. Al menos eso argumentaron los prefectos autonomistas (Santa Cruz, Tarija, Beni y Chuquisaca) reunidos en Santa Cruz. Habían planeado viajar hasta Pando para solidarizarse con su colega, pero no recibieron autorización para aterrizar en esa ciudad. Al mismo tiempo, acordaron designar a Mario Cossío, regente de Tarija, como su representante para dialogar con el Gobierno sus diferendos, pero el líder de los opositores y prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, reiteró que «si hay un sólo muerto o un herido más se romperá toda posibilidad de diálogo».

Levantar los bloqueos

Como señal de buena voluntad los opositores han anunciado que levantarán los cortes de carreteras. Así lo indicó el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Branco Marinkovic, quien habló en nombre del resto de organizaciones cívicas de las regiones opositoras.

Los autonomistas reclaman la devolución de la recaudación del impuesto sobre los hidrocarburos que el Gobierno les retiró para pagar jubilaciones. Pero en la cuestión de fondo está la diferencia de criterio sobre el tipo de país y de ideología que sustenta al Ejecutivo: de izquierda y base popular para ayudar a los pobres, como plasma la nueva Constitución de Morales o un Ejecutivo de corte neoliberal que proteja más los intereses del empresariado como los prefectos derechistas prefieren.

Mientras, el gobernador Fernández -aliado del ex dictador Hugo Banzer- negó todo tipo de responsabilidad en los sucesos. «No tengo que salir a defenderme de nada,' ya que no tengo nada que ver» en los incidentes, declaró. «El Gobierno tiene una tremenda habilidad para distorsionar las cosas y sus argumentos son los de siempre, acusar sin sentido», agregó.