RECOMPONERSE. Dos hermanos comienzan a limpiar los escombros de su calle tras el paso de 'Ike' en Texas. / AP
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'Ike' sumerge a Texas en el caos

Bush advierte de que «la tormenta aún no ha terminado» tras anegar el estado sureño

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El miedo planea sobre Estados Unidos. Todas las miradas estaban puestas con compasión ayer en el estado de Texas, donde durante esta semana se habían preparado para hacer frente a uno de los huracanes más destructivos de la historia del país. Los antecedentes de 'Ike' predecían lo peor. Centenares de miles de evacuados y un número escalofriante de víctimas mortales eran la antesala de una nueva catástrofe. La isla de Galveston fue la primera que sufrió el ataque desmedido del ciclón, con categoría 2 y vientos de hasta 175 kilómetros por hora.

Esta zona, que sufrió en 1900 el peor desastre natural vivido en EE UU, volvió a revivir esa sensación de pánico con las fuertes trombas de agua que anunciaban la llegada de 'Ike'. Cuando el ojo del huracán aún no había pisado tierra, las olas ya sobrepasaban el único muro que protege a Galveston del mar. El ciclón no tardó en arrasar este paraíso para surfistas y pescadores. Los escombros volaban por el aire y los edificios se desgarraban cada segundo. Los daños materiales se estiman cuantiosos, pero el mayor temor es saber qué ha pasado con los 23.000 residentes que decidieron desoír las alertas de las autoridades de «peligro de muerte» y dejaron sus vidas en manos del azar.

Durante la noche del viernes, los ciudadanos de Galveston -que no decieron abandondar sus hogares- no cejaron en llamar a los servicios de emergencia, que no pudieron atender a sus súplicas debido a la imposibilidad de desplazar al personal. Tras anegar practicamente todas las viviendas de la isla, el feroz 'Ike', del tamaño del propio estado de Texas, dirigió su fuerza hacia Houston. Las inundaciones dejaron sin electricidad a más de cuatro millones de personas sólo en esta ciudad, la cuarta más grande de EE UU. La costa tejana, donde las olas llegaron a alcanzar más de siete metros, ha dejado imágenes desoladoras con árboles arrancados de raíz, tendidos eléctricos destruidos y muchas casas sin techos.

Primeros informes

Los primeros informes revelan que el ciclón se ha cobrado por el momento la vida de tres personas: un niño golpeado por una rama al norte de Houston, un bañista ahogado en el mar frente a Corpus Christi y un anciano fallecido mientras le evacuaban en el condado de Brazoria.

Houston recibió el mayor impacto de la tormenta, la más dañina que se conoce, según las autoridades. Y es que 'Ike' da coletazos desde hace dos semanas causando medio millar de muertes tan sólo en Haití. Mientras otros huracanes tienden a perder intensidad al adentrarse en tierra, la reducción de la fuerza de los vientos de este ciclón es muy lenta por lo que su destrozo en la región del sureste de Texas será muy grande. Pese a esta incertidumbre, se empieza a respirar en EE UU al saber que el avance hacia el interior de 'Ike' se ha debilitado a tormenta de nivel 1, así que el estado de Arkansas, donde se prevé que golpee hoy, no sufrirá la mala suerte de sus vecinos.

Tras la tempestad llega la hora de ponerse manos a la obra. George W. Bush adelantó ayer desde los jardines de la Casa Blanca que los servicios de emergencia comenzarán sus tareas tan pronto haya pasado el peligro y las condiciones meteorológicas lo permitan. «Es una tormenta enorme y todavía no ha terminado», explicaba con angustia.

El malestar del inquilino del Despacho Oval se debía en parte a su preocupación sobre el impacto del paso de 'Ike' en el sector energético. Trece de las refinerías de crudo en la costa de Texas, donde se concentra el 20% de la capacidad petrolera de EE UU, se cerraron el viernes debido al huracan, se teme que haya escasez de combustible y que el precio de la gasolina se dispare estos días. En las plataformas del Golfo de México han detenido más del 90% de la extracción, lo que podría amenazar con una subida del precio del petróleo.

Una preocupación, sin duda, que se suma a la incertidumbre que viven los 1,2 millones de evacuados y los otros habitantes que decidieron no escapar de 'Ike'. Este 'mostruo' ha desatado el pánico tras 'Gustav' y ha traído a la mente de muchos las pesadillas provocadas por el 'Katrina', que asoló Nueva Orleans hace tres años, y 'Andrew', que golpeó Miami en 1992. Y la temporada de ciclones, pese a todo, aún no ha terminado.