Osetia, Georgia y Rusia
En los últimos censos de la extinta Unión Soviética se reconocían hasta 92 grupos nacionales distintos con 112 lenguas oficiales, aunque la gran mayoría de la población correspondía a tan solo diez grupos étnicos diferentes que se distribuían a su vez entre las quince repúblicas socialistas soviéticas federadas, donde la rusa era la más importante y numerosa. Dentro de la mayoría de esas quince repúblicas federadas existían repúblicas, regiones y provincias autónomas. También había provincias con dependencias autónomas y circunscripciones nacionales. Las diferencias en la población soviética no solo eran nacionales sino también étnicas, religiosas, idiomáticas, culturales, históricas y de todo tipo, que se mantuvieron unidas bajo el eufemístico principio de fraternidad y solidaridad del (inexistente) pueblo soviético. En realidad la unidad la imponía el centralismo y autoritarismo del Comité Central del PCUS.
Actualizado: GuardarLa compleja organización nacional y política de la URSS fue obra principalmente de Stalin -georgiano de origen y oseta por parte de madre, quien propició una organización en la que ningún territorio estuviera habitado exclusivamente por individuos de la misma nacionalidad, sino por una mayoría minoritaria, no siendo extraño que la nacionalidad propia de un territorio estuviera en minoría absoluta.
A esta laberíntica situación, se le añade la derivada de innumerables traslados de rusos a la periferia, de multitud de refugiados de guerra, y de las deportaciones masivas de pueblos enteros castigados por colaboracionistas en la Segunda Guerra Mundial, algunas de ellas preventivas como la de los alemanes del Volga. El resultado final fue caótico y explosivo. Aun recordamos la guerra civil en la época de Gorbachov en el enclave de Nagorno-Karabach, de mayoría armenia pero perteneciente a Azerbaiyán, enclave coexistente con la república autónoma de Najichevan incrustada en el interior de Armenia pero con mayoría de azerbayanos. Total, un lío peligrosísimo creado por Stalin para controlar a la población soviética.
Georgia no fue ajena a esta compleja organización, y así en su interior existen dos repúblicas autónomas, Abjasia y Ajaria, así como la región autónoma de Osetia del Sur. Sobre Abjasia y Osetia del Sur, Rusia ejerce una indisimulada simpatía que se traduce en un claro apoyo a las reclamaciones de abjasios y osetas, prestando ayuda económica y política en sus desafíos al legítimo gobierno de Georgia.
A esto le añadimos el odio reciproco entre georgianos y rusos, que se remonta al año 1921, fecha en que las tropas soviéticas invadieron y se anexionaron Georgia, odio incrementado por el baño de sangre de 1924; así como por el mas reciente del llamado domingo sangriento de 9 de abril de 1989, en el que los soviéticos disolvieron brutalmente una pacifica manifestación en Tiflis, capital de Georgia, causando un numero indeterminado de muertos y heridos. El premio Nóbel de la Paz, Gorbachov, aquel día emuló a Poncio Pilatos mirando para otro lado. Los osetas por su parte, mostraron su simpatía con los verdugos de los georgianos.
El caso de Osetia del Sur es bastante peculiar, porque perteneciendo a un pueblo de origen indoeuropeo, que habla una lengua originaria de Persia, sin embargo fue dividido, de forma que la parte septentrional y de religión musulmana fue incorporada a Rusia como república autónoma de Osetia del Norte, y la parte meridional y de religión cristiana ortodoxa se incorporó a Georgia como región autónoma de Osetia del Sur. Los ingredientes del conflicto estaban servidos. Osetia del Sur que es parte de Georgia, declaró de forma unilateral su independencia y expresó su deseo de unirse a Osetia del Norte e incorporarse a Rusia, lo que evidentemente agrada a esta ultima.
Por eso, cuando el actual presidente Mijaíl Saakashvili ha ejercido sus funciones constitucionales queriendo poner fin al desafío oseta, ya que en el articulo 2 de la Constitución georgiana declara la integridad territorial y la inviolabilidad de sus fronteras, Rusia, violando el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, ha salido al auxilio de sus protegidos osetas, a quienes en un claro fraude de Ley les ha reconocido la nacionalidad rusa y les ha concedido pasaporte, enmascarando su ilegitima acción como de defensa de nacionales rusos, lo que en modo alguno justifica la invasión de un país soberano.
Puede que Saakashvili haya sido un imprudente por no haber medido con realismo sus fuerzas, o por haber supuesto juego limpio en su vecino, pero ha obrado en Derecho. Quienes duden de la legalidad de la acción de Saakashvili en la defensa -incluso armada- de su Constitución, pueden ilustrarse en la interesantísima obra Constitución y Autodeterminación del catedrático Javier Ruipérez. Lo que Rusia reprocha a Georgia en Osetia del Sur, es lo mismo que hace Rusia en Chechenia: tratar de imponerse a un gobierno local rebelde.
Por muchas razones que aduzcan los ciudadanos de Osetia del Sur, -que sin el apoyo ruso nunca desafiarían al gobierno de Georgia- sus reclamaciones deben ser canalizadas a través del derecho interno georgiano, o a través del derecho internacional, aunque como en el caso de Kosovo, la Carta de las Naciones Unidas no les reconoce el derecho de autodeterminación. Rusia no puede violar la soberanía ni el derecho a la integridad territorial de Georgia, en un problema que, en gran parte, es responsabilidad de Rusia como estado sucesor de la Unión Soviética (si no, ¿en virtud de que titulo jurídico tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU?).
Como se ha apresurado a recordar el presidente ruso Dimitri Medvédev, sobre Osetia ha sobrevolado el fantasma de Kosovo, por lo que la acción rusa constituye claramente la devolución a Occidente de su atropello de la legalidad internacional en Kosovo, lo que no disminuye en absoluto la magnitud del atentado ruso. Rusia, que respetó la legalidad internacional en Kosovo, la vulnera en Georgia, y los que violaron esa misma legalidad internacional en Kosovo, no saben, no pueden, o no quieren imponerla en Georgia.