Textos libres y desiguales
El cálculo divulgado por la asociación nacional de editores de libros que sitúa el gasto medio por alumno en libros de texto en 111,21 euros, un 3,8% más que el curso anterior acredita que se ha contenido el alza de precios por debajo de la inflación aunque las diferencias de gasto entre comunidades autónomas y en los distintos tramos de la enseñanza, relativizan considerablemente la moderación inicial en el gasto. Este curso 2008-09, primero en el que coincide la aplicación total de la última reforma educativa con el primer ejercicio de aplicación de la Ley del Libro, ofrece los primeros resultados que arroja la supresión, hace un año, del sistema de precio fijo para libros de texto con descuentos libres (hasta del 25%) sustituyéndolo por el modelo de precios libres en el mercado. A la vista de la evolución de los precios y de las insistentes reclamaciones de editores, libreros y distribuidores demandando un sistema de precios fijos sin descuentos, el intento de fomentar la competencia del precio de venta al público favoreciendo a consumidores y pequeños libreros no ha alcanzado plenamente sus objetivos.
Actualizado: GuardarLa vieja polémica sobre la comercialización de los libros de texto es tan antigua como el sistema moderno de enseñanza, pero no se trata de un problema exclusivamente mercantil. Porque el coste de los manuales no es ajeno a un sistema educativo que desde 1991, y exceptuando el periodo 2000-2001, no ha conocido un solo curso sin la implementación de una o más reformas educativas que afectaban a los ciclos de Primaria y ESO; lo que ha complicado extraordinariamente la edición de libros de texto y, sobre todo, la ha encarecido teniendo que adaptarse además a los contenidos específicos para cada comunidad autónoma.
Resulta significativo que la respuesta de las administraciones al encarecimiento de esos manuales haya sido igual de dispersa, de manera que salvo Asturias y Cantabria, en el resto de España hay tantos modelos como territorios de ayudas públicas. Pero pese a la aplicación de diferentes modelos de préstamo, cheque-libro, beca u otras subvenciones autonómicas o municipales no se ha encontrado una fórmula que facilitando la compra a los que tiene más dificultades consiga proteger a los libreros y editores del grave quebranto que algunas modalidades les causan.