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El peligro de extinción de algunas de las profesiones más antiguas de la ciudad es cada vez mayor debido a la ausencia de personas que quieran darles continuidad
Actualizado: GuardarUna ocupación es lo que una persona hace durante un tiempo determinado y que, de alguna manera, le otorga una identidad. Es frecuente que las personas cambien de trabajo, pero, sin embargo, aquellas que llevan toda una vida dedicadas a un oficio concreto lo tienen más difícil, porque son muchos años llevando a cabo esa actividad y la experiencia les convierte en especialistas únicos.
La profesión se caracteriza por los conocimientos adquiridos a través de un aprendizaje que no siempre es técnico o respaldado por una acreditación. Ésta remite a unos conocimientos que, en el caso de las personas con profesiones muy tradicionales, han dedicado toda una vida a ir aprendiendo el negocio familiar. Pero, como demuestra la realidad, poco a poco esto va desapareciendo y la riqueza de los trabajos artesanales va perdiendo fuerza. Y también en Jerez.
La finalidad de cualquier ejercicio profesional es conseguir una ocupación, un puesto de trabajo que permita desarrollarlo y vivir de él. Pero puede ocurrir que este empleo se convierta en una reliquia que defina a toda una generación familiar. Los trabajos más tradicionales son profesiones presentes en el mercado y que se caracterizan por su antigüedad. Su demanda en los tiempos actuales, por distintas causas, está estancada o en continuo retroceso. Es lo que ocurre en Jerez con aquellas profesiones más tradicionales y que esconden toda una historia a sus espaldas.
Las profesiones
Zapatero, confitero, vendedor ambulante, galvanotécnico, costurera, relojero, artesano... una amplia lista de profesiones que, aunque siguen vigentes, con el paso del tiempo corren más peligro de desaparecer, debido a la falta de aspirantes para su continuidad y a la poca valoración con la que suelen contar.
Antonio de los Santos ha dedicado muchos años de su vida a la labor de zapatero en Jerez. A pesar de las dificultades con las que se enfrenta cada día, sale adelante poco a poco, aunque reconoce que con el tiempo este empleo se perderá.
La popular confitería de los Hermanos Perea es otro de los negocios más tradicionales de la ciudad. Lleva más de 50 años abierta al público y Juan Luís Perea, encargado y dueño de la tienda, se ha criado en este lugar en el que su padre, y ahora él, han trabajado siempre.
La venta ambulante es otra de las actividades más tradicionales. La jerezana Fernanda Barca ha trabajado siempre en este sector. Son muchos los años dedicados a esta ocupación, pero reconoce que la situación es poco favorable para ellos.
Por su parte, Antonio Román es un artesano que desempeña una tradicional y familiar tarea en su taller. Sus trabajos de reparación requieren un esfuerzo que no muchos dedicarían, de ahí la falta de aprendices.
El caso de Paqui Guede es similar. Esta costurera lleva mucho tiempo dedicada a estas tareas, pero el adaptarse a los tiempos es una necesidad obligada para todos.
Frente a estas tradiciones laborales están las nuevas ocupaciones, con profesionales de distinta categoría y que compiten por un puesto en una nueva área de actividad. No obstante, el verdadero valor y esfuerzo artesano se va perdiendo, aunque siempre quedarán grabadas en la historia de la ciudad de Jerez.