«Ha sido espectacular ver el coche a toda velocidad arrollando a la gente»
El paseo del sábado por el corazón de la ciudad se tiñó de sangre. La calle Larios, abarrotada de gente, se convirtió en el escenario de una tragedia. Carreras, gritos, pánico. No era para menos. Un coche recorrió la arteria principal de Málaga dejando un reguero de sangre a su paso. «Ha sido espectacular ver un coche a toda velocidad arrollando a la gente; una escena muy desagradable e impactante», señaló el presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Málaga (Aehma), Rafael Prado.
Actualizado: GuardarFrente al Café Central, establecimiento del que Prado es propietario, fue atropellada una de las personas que estaba peor, una mujer alemana de 42 años. «Ha sido algo terrible, penoso y muy grave. El coche no se paraba y cada vez se llevaba a más gente por delante», indicó Prado con un tono de voz que revelaba que aún estaba afectado por las imágenes presenciadas. Quien tampoco olvidará el día de ayer es Enrique Torreblanca, vendedor ambulante de almendras saladas y tostadas.
En dos ocasiones logró esquivar el automóvil. Sus reflejos le permitieron salir ileso. «He dado un salto y me he apartado cuando el vehículo iba embalado calle Larios arriba. Aún estaba muy nervioso cuando ha bajado y he tenido que saltar de nuevo para que no me pillase», relató. Como suele suceder cuando ocurre un accidente y hay heridos, la solidaridad ciudadana hizo acto de presencia.
Carmen, una enfermera de Carlos Haya que paseaba por la calle Larios, no se lo pensó y se puso a ayudar a algunas víctimas mientras que llegaban los equipos de emergencia. «Al principio hemos salido corriendo, pero luego he vuelto y he socorrido en lo que he podido, acompañada por una médico que también estaba por aquí», detalló.
Julia es una joven malagueña que estudia Turismo. Sus conocimientos de alemán le permitieron ayer ejercer de intérprete entre el marido de la mujer germana herida de gravedad y los profesionales sanitarios que la atendían. La pesadilla había pasado. Pero el miedo aún dominaba el ambiente. Las caras de las dependientas de las tiendas de calle Larios hablaban por sí solas.