PAN Y CIRCO

Parte de mi vida

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Soy del Cádiz desde siempre, aunque jamás he dicho ni me he planteado que soy más cadista que nadie. Primero porque es algo que no me importa, y segundo, porque creo que ésto no se puede medir de forma cuantitativa. Que el Cádiz tiene para mí connotaciones familiares, también lo tenía claro, pero este último trofeo le ha dado una vuelta de tuerca más a la cosa. No fui al primer partido del Cádiz, por otras razones o por darle castigo, aunque sé que al que castigo con esto es a mí mismo. Y, como siempre que lo hago, llamaba sin parar a mi hijo, para que me radiara todo lo que estaba sucediendo. Pero cuando él volvió del campo, soltó la bomba. Me dijo: «!Qué me he acordado de ti!», «!Qué bien te lo hubieras pasado!». No me había dado cuenta que él no entiende ir al Cádiz sin mí, ya que son tantas las sensaciones vividas juntos, que el Cádiz forma parte de nuestra relación. De nuestra relación de amigos. Y como yo no soy más cadista que nadie, tampoco en esto soy un caso único. Cuántos padres e hijos esperan con ansia un partido del Cádiz, después de dos semanas sin verse por cuestiones de todo tipo. Cuántos padres pagan el carnet a su hijo parado. Cuántos hijos se lo pagan a su padre porque su pensión es cortita. Cuántos padres van a ver lo bien que le van las cosas a sus hijos. Cuántos hijos van a comprobar que lo que su padre le dijo por teléfono es verdad, y que lo que le pasó fue solo un sustito. Cuántas bufandas heredadas. Cuantas alegrías compartidas. Cuántos: «!Niño no llores por esto!», mientras él te seca las lágrimas. Cuántos nietos llevados a la puerta del estadio para que sus abuelos los vean vestidos del Cádiz. Cuántos momentos descubriendo que es tu hijo el que te lleva al fútbol. Yo, que no soy más cadista que nadie, le estaré eternamente agradecido al Cádiz, porque él convirtió a mi hijo en mi amigo. Porque para que disfrutemos de él, mi hijo y yo tenemos que estar juntos. Porque el Carranza es mi segunda casa. Porque a pesar de todo, el Cádiz es parte de mi vida.