La sombra de Jesús Neira llega a Chipiona Más allá del carranza
A la hora de escribir estas líneas ignoro si seguirá vivo Jesús Neira Rodríguez, el profesor que entró en coma como consecuencia de las heridas sufridas a manos de un energúmeno al que se enfrentó para evitar que siguiera maltratando a una mujer. La gaditana Bibiana Aido, ministra de Igualdad, acudió el pasado martes a interesarse por su salud y a entrevistarse con sus familiares. A la salida de la clínica Puerta de Hierro, ante las cámaras y los micrófonos, por fortuna no pudo ocultar su emoción y dijo lo que tenía que decir, esto es, lo que pensaba medio mundo: «Jesús Neira no sólo estaba defendiendo a una mujer maltratada, sino también nuestra dignidad como sociedad, porque cada vez que un ciudadano o ciudadana defiende a una mujer que está siendo agredida nos está defendiendo a todos como ciudadanos y ciudadanas».
Actualizado: GuardarLa historia tal vez la recuerden: un tal Antonio P. R. le pegaba a una joven en la localidad madrileña de Majadahonda cuando Neira se lo recriminó. Al alejarse y por la espalda, el agresor la emprendió a mamporros con él, que inicialmente se recuperó pero varios días más tarde presentó un cuadro clínico que le condujo a la UCI. Su familia y en especial su esposa, Isabel Cepeda, mantienen una insobornable entereza. Ahora, esperan que se haga justicia múltiple, con el agresor y con los organismos sanitarios dependientes de la Comunidad de Madrid que no detectaron a tiempo lo que le estaba ocurriendo a ese héroe de la vida cotidiana como consecuencia de la brutal paliza.
Javier Castro, abogado y portavoz de la familia, insistía ayer en que era preceptivo averiguar por qué, entre el sábado en que ocurrieron los hechos y el miércoles cuando Neira ya no despierta, no se le hizo ni un simple escáner -no ya un tac- que permitiera prevenir esa horrible sensación vegetal que ahora le aflige, quizá para siempre. Ellos creen que no. Todos ellos esperan que su esposo, su padre, su amigo, se recobre. Y nadie sabe si será posible tanta esperanza. «Neira es un ejemplo de que algo está cambiando en la sociedad española, que está diciendo no a la violencia de género; estamos siendo capaces de actuar», afirmaba Aido, con la memoria reciente del compromiso de toda una familia a la que Jesús Neira no cesó de repetir, durante los días que siguieron al suceso, que había hecho lo correcto y que volvería a repetirlo.
Su sombra y su ejemplo también tuvieron que influir en que un grupo de jóvenes que tomaban copas en la nocturnidad playera de Chipiona lograran evitar que una vecina de Talavera de la Reina (Toledo) fuera ahogada en presencia de todos sobre las olas de Regla. El tipo se llamaba Javier, empezó a discutir con su esposa, la insultó y la empujó hasta la orilla. Allí, le agarró el cuello y empezó a ahogarla. Sus gritos alertaron a los testigos presenciales del caso que decidieron no permanecer de brazos cruzados. Así que no sólo impidieron el crimen sino que retuvieron al agresor hasta ponerlo en manos de la Guardia Civil. Lo sorprendente sigue siendo que, a pesar de todas las reformas legales habidas y por haber, el titular del juzgado de Sanlúcar que conoció el caso, decidió ponerlo en libertad con cargos y con la pertinente orden de alejamiento que, en muchas ocasiones, apenas vale el precio de la tinta con que se escribe el auto.
A Bibiana Aido volvieron a ponerla a parir de un burro por analizar la estadística y recordar que habitualmente la violencia de género aumentan en el mes de agosto, en el verano en general y en las vacaciones navideñas. Y es que sencillamente es así, sin que nadie piense que la solución estribaría en suprimir dichos periodos de descanso. Menudo verano en la provincia. En los últimos días, echando un vistazo a la prensa, nos encontramos, por ejemplo, con un pitecantropus que agredió en Jerez a su esposa y pretendió hacer lo mismo con los agentes de Policía que acudieron a trincarle. O con otro que intentó suicidarse en Villamartín tras agredir con arma blanca a su esposa, de la que tenía también una de esas prácticas órdenes de alejamiento. O los cuatro chiquilicuatres jerezanos que agredieron a una joven por el simple hecho de presentar resistencia a ser atropellada por la motocicleta de uno de ellos.
Pero antes del verano, tampoco es que las noticias pintaran mejor. Durante el primer semestre de 2008, el Servicio de Atención a las Víctimas atendió a 696 personas en la provincia de Cádiz, lo que ya suponen muchas más denuncias que durante el mismo periodo del año anterior, un ejercicio en el que se atendió a 1006 personas en total. Se trata, en la mayoría de los casos, de violencia de género. En el SAVA de la Bahía se registraron la mayoría: 420, de las que 101 corresponden a hombres y 319 a mujeres. En Gibraltar, hubo 276, 265 de ellas presentadas por mujeres. Y lo peor es que no siempre existe un Jesús Neira que les haga frente ni el Estado puede poner a un policía detrás de cada persona. La vida no se parece a las películas aunque, aquí y ahora, ese profesor madrileño al que sus hijos ya veneran por lógica y por justicia, o ese grupo de jóvenes chipioneros al que el tópico suele caricaturizar como hedonistas sin principios, lograron que nos sintiéramos orgullosos no sólo del género humano sino, en esta trinchera también, del género masculino. Más allá del Trofeo Carranza que se saldó anoche, el Cádiz sigue empeñado en que prevalezca su versión en el llamado caso Femenía, esto es, la alineación indebida de un juvenil durante el partido que el submarino amarillo disputó con el Hércules y que le costó su descenso. Aunque todavía hay trámites pendientes ante la RFEF, todos los indicios apuntan a que el caso terminará viéndose ante los tribunales ordinarios. La directiva está convencida de que no ha recibido justicia y pretende llegar hasta los últimos extremos. Claro que, para ello y dada la lentitud de los juzgados, no le importa que el desenlace final del caso se produzca dentro de dos años y cuando un fallo favorable no serviría de mucho. Para Muñoz y los suyos, se trata de un asunto de honor que va más allá de que un veredicto a tiempo pudiera evitar el descenso de su equipo a los infiernos. De hecho, ya han empezado a mover hilos en Madrid para intentar que el futuro milite en las Brigadas.