Error a compensar

iene razón Ricardi cuando asegura que no hay nada que pueda compensarle los años que ha purgado en prisión por una violación que no había cometido. Pero el Estado de Derecho está obligado, una vez que el Supremo dictamine su inocencia, a resarcirle económica y moralmente no sólo por el dolor intransferible del tiempo de vida libre consumido injustamente por un fallo del sistema, sino por el tiempo que tardará ahora en recobrarse del aturdimiento de su largo paso por la cárcel. El reconocimiento público del daño causado que ayer protagonizó el ministro Fernández Bermejo constituye un gesto tardío ante el sentido lamento del condenado por no haber recibido ninguna llamada que le pidiera perdón por el agravio y el sufrimiento provocados. Sentimientos que no deberían verse agravados ahora por la indiferencia de los responsables institucionales ni de los propios representantes de la Magistratura, forzados a examinarse ante errores tan flagrantes como el presente.