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El superávit del Estado desaparece en apenas seis meses por culpa de la crisis
El Gobierno admite ya que terminará el ejercicio en 'números rojos' por vez primera desde 2004
Actualizado: GuardarAdiós al superávit, al menos, durante dos años. El Gobierno lo confirmó ayer (por ahora sólo para 2008, aunque para 2009 el panorama es peor), tras ser adelantado por distintos analistas, a la vista de los malos resultados de ejecución presupuestaria hasta junio. Y es que en sólo seis meses la crisis económica, ya reconocida como tal por el propio vicepresidente económico, Pedro Solbes, se ha comido el saldo positivo del Estado, que en junio entró en 'números rojos' con un saldo negativo acumulado (desde enero) de 4.683 millones de euros en términos de contabilidad nacional, suma representativa del 0,42% del producto interior bruto (PIB). Lo peor, no obstante, es que sus cuentas también terminarán el ejercicio con déficit, «de algunas décimas», algo que no ocurría desde 2004. Los principales culpables son el frenazo de la actividad y la caída del consumo, que han provocado una fuerte reducción en los ingresos tributarios, con un descenso del 14,2% en el impuesto sobre el valor añadido (IVA) y del 17,6% en el gravamen sobre los beneficios empresariales.
Otros factores negativos han sido el encarecimiento del petróleo -que ha elevado de manera sensible los costes empresariales-, la entrada en vigor de la última parte de la reforma del impuesto de sociedades y el retraso en los pagos fraccionados autorizado de forma excepcional por Hacienda ante la falta de liquidez en muchas compañías.
Especialmente malo
Junio fue especialmente malo dentro de esta tendencia a la baja, con 3.500 millones de euros menos ingresados en este mes de lo que alcanzó el año pasado, si bien el secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña, restó importancia a esta circunstancia, al señalar que fue un hecho «atípico» y que en julio «veremos una recuperación». Sin embargo, él mismo confirmó que será entonces cuando se note la principal merma recaudatoria (unos 2.700 millones) correspondiente a la devolución a 16,5 millones de contribuyentes de unos 400 euros de media vía impuesto de la renta (IRPF), salvo en el caso de los funcionarios, cuyo efecto se apreció ya en los resultados de junio.
Con estos parámetros, Ocaña reconoció por vez primera en lo que va de ejercicio -hasta ahora había admitido, como mucho, que el superávit previsto, equivalente al 0,4% del PIB- sería al final mínimo, e incluso sin descartar terminar casi en equilibrio presupuestario- que el Estado soportará un déficit que, según fuentes oficiosas, podría ser de medio punto básico. Similar será el comportamiento final de las comunidades autónomas, que lejos del 'saldo cero' esperado, también terminarán 2008 con un saldo negativo de varias décimas, de manera que habría volver a 'tirar' de la Seguridad Social para equilibrar las cuentas públicas (algo que no ocurría desde 2004) pues es la única administración que parece resistir a la crisis por ahora, al crecer su superávit un 12% en el primer semestre. De enero a junio los recursos no financieros del Estado, que alcanzaron los 66.934 millones de euros, no pudieron compensar los empleos no financieros, que ascendieron a 71.617 millones. En términos de caja, la Administración central tuvo un déficit de 2.065 millones.
La recaudación neta se situó en 92.650 millones, un 0,9% menos que hace un año -en contraste con el incremento del 4,2% en los gastos, que sumaron 67.689 millones-, si bien en el caso de los gravámenes directos subió un 7,5% (para un total de 45.239 millones de euros). Fue, eso sí, gracias al IRPF, el único de los grandes impuestos que mejoró sus cifras, con un alza de casi el 15% (con 36.220 millones), pues en la tributación de sociedades cayó con fuerza un 17,6% (se quedó en 7.368 millones).
En los impuestos indirectos (con 40.174 millones de euros contabilizados), el descenso fue del 10,4%, en gran medida por la fuerte caída en los ingresos del IVA, del 14,2%, mucho más acusada en las pequeñas y medianas empresas (-17%). El bajón del consumo también pasó factura a los gravámenes especiales, pese a que lograron un pequeño aumento del 1,3% en sus resultados gracias a las cargas sobre el tabaco y la electricidad. En el alcohol y la cerveza, por el contrario, descendieron un 2,1% y un 0,8%, respectivamente, mientras que en los hidrocarburos se recaudó un 2,5% menos porque el fuerte incremento del precio de los combustibles hizo que descendiera su demanda.