Policías y ladrones
Cada vez son más necesarios los buenos policías: tienen que descubrir a los policías malos. Apenas un par de meses después del escándalo de Coslada, ha caído otra mafia policial en El Molar, experta en arreglar papeles a inmigrantes y en recaudar impuestos en los prostíbulos, asuntos que no les impedían dedicarse a su negocio más importante, que era el tráfico de drogas.
Actualizado: GuardarLa operación aún está abierta y se extiende a San Agustín de Guadalix, pero nadie debe creer que la hermosa sierra de Madrid se ha convertido en la Sierra Morena de otras épocas. Lo que ocurre es que hay mucha gente cuyo lema es que les pongan donde haya, que lo demás corre de su cuenta corriente. La carne es débil y el bolsillo es hinchable.
La prueba es que la fiscalía francesa está investigando al rector del santuario de Lourdes para averiguar de dónde proceden los 427.000 euros que tiene en el Banco. ¿Milagro, milagro! Ya decía Chesterton que lo más curioso de los milagros es que ocurren. Debe ser reconocido éste con la mayor urgencia como hecho no explicable por las leyes naturales, ya que el rector tiene un sueldo anual de 8.700 euros.
Quizá tengamos motivos para creer que la crisis más importante que padecemos es la de decencia. Sospechábamos que para buscar personas honradas nos iba a costar más trabajo, aunque sin duda las encontraríamos, husmear en los ayuntamientos de los pueblos donde se ha construido últimamente mucho, pero no sabíamos que su localización podía ser tan laboriosa en cuarteles y santuarios.
En El diccionario del diablo, Ambrose Bierce define la palabra ladrón como el «nombre vulgar con el que se denomina al que tiene éxito en lograr la propiedad de los otros». Si se les descubre, además de ladrones se les puede acusar de candidez. Los mejores son anónimos.