2000. Claret, Caballos, Asenjo y Aparicio, escuchan a Chaves. / EFE. ARCHIVO
ANDALUCÍA

La forja de un dirigente

Chaves ha consolidado su liderazgo al frente del PSOE-A tras superar divisiones internas y peleas territoriales

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El domingo 10 de abril de 1994, Manuel Chaves, ya presidente de la Junta de Andalucía, accedía a la dirección regional de un PSOE dividido entre guerristas y felipistas y ahogado en una gran crisis. Sólo logró un 64% de apoyo en aquel agitado congreso celebrado en Granada. Catorce años después, y en el mismo palacio de congresos granadino, Chaves renovará por quinta vez su dirección al frente del PSOE-A. Un timón que Chaves ha intentado ceder sin éxito. Si hace catorce años la mitad del partido no le quería - «es el peor candidato», dijeron los guerristas-, hoy casi nadie en el PSOE andaluz quiere plantearse el futuro sin Chaves y el relevo parece pospuesto 'sine die'. Ello es fruto de un liderazgo consolidado con cada victoria electoral y con su tesón por mantener la unidad del partido por encima de todo. Una retrospectiva de cada congreso muestra también cuantos de quienes le acompañaron en la cúpula del poder quedaron en el camino.

7.º CONGRESO (1994)

Líder de un partido roto



«Una minoría sí, pero una señora minoría», dijo uno de los guerristas nada más acabar el congreso que aupó a Chaves a la dirección del PSOE-A en abril de 1994. Se refería a los 156 delegados del sector guerrista que votaron en blanco. Chaves relevaba en el cargo a Carlos Sanjuán, quien había desistido finalmente de presentar su candidatura sopesando quizás el mayor apoyo del presidente de la Junta entre los delegados. El dirigente malagueño era el hombre en Andalucía de Alfonso Guerra, enfrentado abiertamente a Chaves. El sector guerrista abogaba por una separación de poderes entre presidente de la Junta y secretario general del PSOE-A. Chaves, lo contrario. Finalmente ganó, pero sin consenso. Con un partido roto y azotado por los escándalos de corrupción, encaró tres meses después las autonómicas. El descalabro electoral (ganó por la mínima al PP y perdió la mayoría absoluta) pareció darle la razón a los guerristas. Chaves se encargó dos años después de torcer esa razón. Los dirigentes provinciales que arroparon a Chaves en aquella batalla interna fueron, entre otros, los malagueños Pedro Aparicio y José Asenjo, el sevillano José Caballos, el gaditano Luís Pizarro, el jienense Gaspar Zarrías, el granadino Manuel Pezzi y la onubense Petronila Guerrero. Aparicio fue elegido presidente del partido, Asenjo, vicesecretario general y Luis Pizarro, secretario de Organización.

8.º CONGRESO (1997)

El principio de la unidad



Quizás porque accedió a la secretaría general de un partido fracturado, la obsesión por la unidad fue desde el principio un objetivo de Chaves. Lo empezó a conseguir en el congreso regional de junio de 1997. Su victoria electoral contra todo pronóstico en marzo de 1996 ayudó a reforzar su liderazgo y puso fin al periodo más amargo de su 'cursus honorum'. Acorralado por la oposición en aquella histórica 'pinza' PP-IU y cuestionado por un sector de su partido, los años 1994, 1995 y parte del 96 fueron varios 'annus horribilis'. «Lo peor es cuando alguien de los tuyos te corta la hierba bajo los pies», confesó en una entrevista a este periódico en 1995.

El congreso de 1997 estuvo marcado por la retirada de Felipe González de la dirección del PSOE tras perder La Moncloa y, por tanto, la victoria del PP. Esto ayudó a favorecer la unidad del PSOE en Andalucía. «Ha llegado el momento de no excluir a nadie», dijo el guerrista malagueño Enrique Linde. Y así fue. Chaves recibió el respaldo del 90% de los delegados. A continuación se negoció una ejecutiva de integración, con algunos guerristas moderados como Antonio María Claret García. Pese a la integración, el núcleo duro siguió siendo renovador y prácticamente el mismo: Chaves, con Asenjo, Pizarro, Caballos y Aparicio de presidente. Aquel también fue el congreso donde se aprobaron las primarias, que en el caso del candidato a la Junta nunca se celebrarían.

9.º CONGRESO (2000)

La mujer, protagonista



Desaparecida la confrontación interna entre guerristas y renovadores, la rivalidad territorial surge como una nueva amenaza para la unidad. Desde entonces, los congresos se han medido por el peso de las delegaciones provinciales. En este, celebrado en Sevilla en diciembre, la rivalidad entre Málaga y Sevilla destacó especialmente. Asenjo, que dejaría la vicesecretaría, pugnaba junto con Juan Fraile por mantener a los suyos. José Caballos, también. Málaga logró mantener el número, pero no la relevancia: pierde la presidencia y la vicesecretaría. Caballos también tuvo que dejar Política Institucional. La foto del núcleo duro cambia: Salen Asenjo y Caballos. Sólo permanece Pizarro junto a Chaves, al que apoya el 79,3% de los delegados (104 votos en blanco). Junto a ellos, la gran novedad es la inclusión por primera vez en la cúpula de una mujer. La abogada jienense María del Mar Moreno es la nueva vicesecretaria; ( el granadino Enrique Moratalla, presidente). Con Moreno se quiere dar credibilidad a la apuesta por la incorporación de la mujer al poder.

Hay 14 mujeres frente a 13 hombres en la ejecutiva. Con todo, el gran protagonista fue un sonriente José Luis Rodríguez Zapatero, que clausuró el congreso. En este, el PSOE-A defiende una ley que permita los matrimonios gay.

10.º CONGRESO (2004)

Respaldo sin fisuras



Reconquistada la mayoría absoluta en Andalucía, y con Zapatero en La Moncloa, el décimo congreso, de nuevo en Granada, significó la antítesis de aquel otro diez años antes en el mismo lugar. Esta vuelta de tortilla fue especialmente celebrada por Chaves, que compartió su euforia con el resto de delegados. Resultó elegido con el 99,6% de los votos.Un respaldo histórico que le consolidó como un dirigente sin fisuras. Bajo la euforia hubo sinsabores. La rivalidad territorial terminó por apear del núcleo de poder a José Caballos, quien poco después perdió la portavocía del Parlamento. Mar Moreno, presidenta de la Cámara, sale de la ejecutiva. No se elige vicesecretario/a, pese al rumor de que sería Pizarro, que no obstante sale reforzado. Es el único de los dirigentes de aquel 1994 que quedan junto a Chaves, con la excepción de Zarrías, que nunca estuvo en la ejecutiva, pero sí en el poder.