Congreso entregado
La reelección de José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general del PSOE con el 98,53% del voto de los delegados a su 37º Congreso refleja tanto el liderazgo indiscutible que ejerce en su partido el presidente del Gobierno como el grado de unidad que mantienen los socialistas tras regresar al poder en 2004. Un liderazgo y una unidad que se proyectaron en el respaldo expresado por esos mismos delegados al nuevo vicesecretario general, José Blanco, y a quien le sucede en su anterior cargo de organización, Leire Pajín. Desde que el 9 de marzo pasado el PSOE revalidara su victoria de cuatro años atrás, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero ha dado muestras de aprestarse a una legislatura de menos enfrentamientos y más acuerdos que la anterior. La moderación del clima político general, el hecho de que su principal adversario, el PP, haya decidido atemperar su estrategia de oposición y sobre todo la agudización de la crisis económica obligan al partido en el gobierno a responder ante el conjunto de la sociedad sin dejarse condicionar en exceso por los más entusiastas del socialismo. Sin embargo el congreso que celebra el PSOE se ha visto sujeto tanto a las enmiendas que reivindican una identidad propia, comunes en tales cónclaves, como por lo que parece al deseo de los dirigentes de orillar cualquier debate público sobre la respuesta socialista a la crisis, suscitando temas de indudable calado pero cuyo sesgo ideológico podría situarlos a distancia de su verdadera dimensión social.
Actualizado: GuardarLas señales de un cierto viraje hacia el centro por parte del Gobierno se han visto contrarrestadas en el 37º congreso socialista por su insistente mirada hacia la izquierda. Aunque los deseos manifestados para procurar la revisión de la ley del aborto, garantizar la laicidad del Estado o cuantos acentos ideológicos se han añadido a la ponencia marco corren el riesgo de errar en su orientación. Aun siendo genérica la formulación de las intenciones socialistas, es preciso que sus dirigentes entiendan que el desarrollo de la presente legislatura dependerá de su sincera coincidencia con otras fuerzas parlamentarias. El PSOE y el Gobierno se equivocarán si no se percatan de que el problema del aborto se encuentra más en el cumplimiento de la norma actual, en la implicación del sistema público de salud en su aplicación o en la educación contraceptiva que en la ampliación de sus supuestos. O que la laicidad se asienta en la sociedad de manera más natural, conviviendo con la fe y sus manifestaciones, de lo que parecen percibir algunos dirigentes socialistas. O que resulta vano mantener el tema de la nuclear como tabú en un país energéticamente dependiente. Pero PSOE y Gobierno se equivocarán también si olvidan que muchos valores antaño exclusivos de la izquierda son hoy compartidos por sectores que precisamente se sienten incómodos ante cualquier intento de patrimonialización ideológica de sus anhelos.