Mata a cuatro familiares por disputas con la herencia en Austria
La Policía busca a un hombre de 67 años, sospechoso del homicidio
Actualizado: GuardarStrasshof, un tranquilo y pequeño barrio de Viena donde Natascha Kampusch vivió ocho años encerrada en un zulo, fue escenario ayer de otro crimen. Esta vez, protagonizado por Josef Branis, un jubilado de 67 años, que mató a sus dos hermanos y a sus respectivos cónyuges a causa de una amarga disputa originada por una herencia familiar. Según la Policía de Austria, los asesinatos fueron cometidos el martes por la noche, pero fue ayer cuando los agentes encontraron los cadáveres en sus respectivos domicilios, ubicados en el suburbio más famoso de la capital, gracias a un aviso de la hija del sospechoso.
Ella encontró una carta escrita por su padre donde el supuesto asesino confiesa su odio hacia su hermana, su hermano y sus respectivas parejas a causa de una disputa que se originó cuando su hermana decidió, hace dieciocho meses, aumentar el alquiler del piso donde vivía Branis en Viena. La disputa familiar se convirtió en una guerra mortal cuando el asesino perdió una batalla legal y fue obligado a dejar su casa el lunes pasado. «No quiero que mis hermanos asistan a mi entierro», redactó el sospechosos en un manuscrito.
Las autoridades austríacas anunciaron que Branis se encuentra prófugo y suponen que está armado y que puede ser peligroso, aunque no excluyeron la posibilidad de que el anciano se hubiera suicidado. «Es posible que haya huido a Eslovaquia, donde tiene varios amigos», dijo Leopold Etz, un agente que investiga el caso, al revelar que habían encontrado su bicicleta en las cercanías de una estación ferroviaria.
La apacible y bucólica vida del pequeño suburbio, habitado por ocho mil personas y ubicado a veinte kilómetros de Viena, quedó hecha trizas hace dos años cuando Natascha Kampusch, la joven que había sido secuestrada con diez años, logró huir de su cautiverio. El secuestro consternó al país y, cuando todo parecía indicar que Austria regresaba a la normalidad, se tuvo que enfrentar, a comienzos de mayo pasado, al peor caso de incesto cometido en Amstetten.
Gracias a una llamada anónima, la Policía detuvo a Josef Fritlz y a su hija Elisabeth cuando se dirigían a un hospital de la ciudad austriaca para auxiliar a una joven de 19 años que había sido ingresada en estado grave. Cuando la víctima fue interrogada confesó que su padre la había mantenido encerrada en un zulo durante veinticuatro años y que había engendrado en ese tiempo a siete hijos. Fritzl, que fue bautizado por la prensa austríaca como el 'monstruo de Amstetten', confesaría más tarde que se había enamorado de su hija.