Precios sin freno
El repunte en junio de la inflación armonizada hasta el 5,1%, el más elevado de la última década, y la caída en paralelo del consumo reflejan el desgaste que está sufriendo el poder adquisitivo de los hogares españoles y, en particular, de aquellos con unas rentas más limitadas. El encarecimiento de los precios continúa ligado a la imparable subida del coste del barril de petróleo, que ayer alcanzó los 142 dólares sin que se atisbe una contención a medio plazo. La carestía del crudo y la fuerte dependencia energética que lastra nuestra economía permitieron ayer al Gobierno escudarse en estos factores para explicar el nuevo incremento de la inflación, aunque ésta se resintió también por el alza que registraron algunos productos a causa de la huelga de transportistas. Un dato este último que subraya las negativas paradojas de una movilización que fue convocada en protesta por el impacto del alto precio de los carburantes.
Actualizado: GuardarLas limitadas iniciativas para contener la inflación incluidas en sus planes anticrisis indican que el Gobierno asume el problema como el resultado de una suma de circunstancias externas ante las que no puede intervenir y por las que la ciudadanía, en consecuencia, tampoco le exigiría responsabilidades. Según el CIS, ocho de cada diez españoles consideran que la pertenencia a la UE influye en la carestía de la vida, una percepción que puede encontrar su origen en el endurecimiento de los tipos de interés aplicado por el Banco Central europeo pero que obvia el histórico diferencial de inflación que arrastra nuestra economía con respecto a los países de su entorno. La insuficiente competencia en los mercados, las carencias en el control de la especulación o la interrelación de los precios con los salarios y los márgenes empresariales constituyen elementos de distorsión propios de cuya eventual corrección o modulación el Ejecutivo no puede desentenderse.