El gafe
Actualizado: Guardarhora que nuestra Selección Española de Fútbol -lo de combinado nacional lo dejamos para los huevos fritos con patatas y jamón ó chorizo- está en racha y se encamina merecidamente a la final con Alemania, ha surgido el problema. Hasta ahora la emoción colectiva ha ido creciendo paulatinamente, pero ya es entendible que se haya desbordado. Y Después de la victoria contra Rusia era de esperar que sucediera. Zapatero amenaza con ir a la final de la Eurocopa a Viena, y ante ello ha resucitado el fantasma de gafe que parece le acompaña. Recapitulemos: cuando apoyó a Kerry en las presidenciales americanas hubo desastre. Cuando hizo lo propio con Segolene Royal en Francia volvió el batacazo. Cuando pronosticó que Ángela Merkel no gobernaría Alemania salió la Merkel sin problemas. Cuando fue a presenciar el Eurobasket jugando España nos eliminaron. Semejante palmarés pone los pelos de punta a cualquiera, por lo que a simple vista parece más que justificada la puesta en marcha de una página web en la que se le ha pedido que no acuda a Viena a la final. Como los creadores de la página han tenido problemas la han debido retirar, a pesar de que no es una página insultante ni descalificadora. El problema parece muy focalizado en la persona del Presidente del Gobierno, como se ha visto en el último enfrentamiento de España contra Rusia. Ni la Vicepresidenta Fernández de la Vega, ni la Ministra de Educación Mercedes Cabrera parecen encerrar ningún tipo de problema para la suerte del deporte nacional, todo lo contrario. Incluso la Ministra Cabrera puede presumir de cierto talismanismo positivo, pues ya estuvo cuando ganamos el Mundial de Baloncesto. Así que la situación pende de cómo quede la correlación de fuerzas políticas e institucionales españolas en la final. Si la presencia de los Príncipes unida a las de otros políticos con ausencia de gafe, o al menos con gafe no demostrado, puede vencer el mas que teórico cenizo que Zapatero lleva consigo. Porque de lo demás no hay que preocuparse. Hay equipo, hay afición, hay ganas y el contexto de crisis económica parece muy propicio para que aniden ese tipo de ilusiones colectivas que el fútbol se ha encargado siempre de galvanizar. Ahora le toca a España. Pese a los gafes.