Sarkozy abandona a toda prisa Israel al oírse un disparo en el aeropuerto
El suicidio de un soldado hebreo hizo saltar la alarma mientras un ataque desde Gaza rompe la tregua
Actualizado: GuardarLas televisiones israelíes no pararon de repetir ayer las imágenes de una despavorida Carla Bruni subiendo a toda prisa la escalinata del avión presidencial, con apenas un fugaz vistazo atrás para ver dónde estaba su marido. Flanqueado por guardaespaldas, Nicolas Sarkozy la siguió sin descomponer el paso, segundos después de conocer que un policía de élite se había quitado la vida de un disparo en mitad de la ceremonia de despedida que el Gobierno hebreo ofrecía a la 'pareja real francesa' en el aeropuerto de la ciudad de Tel Aviv.
El agente era miembro de una patrulla encargada de la custodia del aeródromo. Caía al suelo a unos 200 metros de las autoridades, que no se percataron del disparo, ocurrido mientras sonaba la música de la banda militar de honor, hasta que los cuerpos de seguridad irrumpieron en mitad de la escena para protegerles. «No fue un intento de asesinato -se apresuraba a proclamar el portavoz de la Policía, Mickey Rosenfeld-; un guardia fronterizo se suicidó durante la ceremonia».
El servicio médico israelí de voluntarios, el Zaka, que intentó sin éxito reanimar al hombre malherido, se pronunciaba en el mismo sentido. La Policía fronteriza anunciaba una investigación, sin descartar que se hubiera tratado de un accidente. «Daremos más detalles cuando hagamos una inspección y hablemos con su familia», indicó la fuente.
El abrupto cierre de la ceremonia en Ben Gurion ponía fin a la visita de tres días a Israel realizada por el presidente de la República francesa, que tuvo que ser despedido en el interior de su avión por su homólogo, Simon Peres, y el primer ministro, Ehud Olmert, que fueron encerrados en sus respectivos automóviles blindados tras el disparo. «No hubo pánico -insistía más tarde un escolta de Peres-, se actuó con un procedimiento de rutina y Sarkozy ya está de vuelta a casa».
Para Olmert, el sobresalto en el aeropuerto no era el primero de la jornada. De vuelta en aquellos momentos de Sharm el-Sheij, donde se había entrevistado con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, para conversar sobre la tregua entre Israel y Hamás, el jefe del Gobierno judío ya había estrenado el día con la noticia del disparo a las seis de la madrugada de un cohete palestino desde Gaza, el primero tras la entrada en vigor del acuerdo de tregua alcanzado el pasado jueves.
Una posterior operación del Ejército israelí en Cisjordania, con el asesinato de dos presuntos milicianos en Naplusa, y el lanzamiento en respuesta de tres proyectiles más desde la Franja por parte de la Yihad Islámica, darían paso a las amenazas. Uno de los cohetes impactó contra una casa vacía en la localidad de Sderot, aunque ninguno causó daños a personas. «Estamos sopesando una respuesta a los Qassam», advertía Olmert por la noche.
Reunión con Abbas
En otro punto de Cisjordania, en Belén, la atmósfera era bien distinta con la visita de apenas tres horas que efectuó Nicolas Sarkozy, suficiente para entrevistarse con el presidente palestino, Mahmud Abbas, y firmar un acuerdo de 21 millones de euros para la construcción de un parque industrial patrocinado por Francia. Acompañado por su esposa, que lució un crucifijo de gran tamaño colgado al cuello, el presidente galo visitó la Basílica de la Natividad.
Por la mañana, el presidente francés se reunió con el líder de la oposición hebrea, el conservador Benjamin Netanyahu, que le recriminó su postura a favor de que Jerusalén sea capital de Israel y del futuro Estado palestino. «Jerusalén es la capital histórica de los judíos -sostuvo el cabeza visible del Likud-, no será dividida y sólo el control israelí garantizará la libertad de culto para todas las religiones».