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Lhasa acoraza la llama olímpica tras la revuelta de Tíbet

Tres meses después de que Tíbet viviera sus peores disturbios de las dos últimas décadas, la antorcha olímpica de los Juegos de Pekín llegó ayer a Lhasa, la capital de esta región china que lucha por su independencia.

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Bajo fuertes medidas de seguridad y con miles de policías y soldados vigilando unas calles desiertas y con las tiendas cerradas, 156 relevistas pasearon la llama durante tres horas ante un público cuidadosamente seleccionado por el Gobierno chino. El recorrido de diez kilómetros -a lo largo del que estudiantes y chinos de la etnia han agitando pancartas con proclamas como 'Buena suerte para los Juegos Olímpicos'- comenzó en el palacio de Norbulingka, la residencia de verano del Dalai Lama. Y terminó en la gran plaza ubicada bajo el espectacular palacio de Potala, la sede del anterior Gobierno tibetano, en el exilio desde 1959 tras la ocupación china nueve años antes.

Un grupo de folklore tibetano, ataviado con trajes tradicionales, dio la bienvenida a la antorcha olímpica mientras la mayor parte de los monjes y residentes de la ciudad debían quedarse encerrados en sus monasterios y casas por orden de la Policía. Dentro de la campaña propagandística perfectamente orquestada por el Gobierno chino, el primer relevista fue el alpinista tibetano Gonpo, de 75 años.

Mientras que el último fue el popular cantante de esta etnia Caida Zhuoma, quien la portó antes de unirla a la antorcha especial que subió el mes pasado a la cima del Everest. Sólo 29 medios internacionales escogidos por Pekín cubrieron el relevo de la antorcha en la región, cerrada a cal y canto a los turistas extranjeros desde el pasado mes de marzo.

El paso del fuego sagrado por esta región del Himalaya iba a durar inicalmente tres días. Pero Pekín decidió al final recortar el relevo a una sola jornada en la capital tras el terremoto del 12 de mayo que costó la vida a 70.000 personas en la vecina provincia de Sichuan.

Al tiempo que la llama olímpica llegaba a Lhasa, el Gobierno chino anunció la liberación de 1.157 tibetanos detenidos durante los disturbios del pasado marzo, así como la condena de otros doce manifestantes.