Milagroso lío de plumas
Tras cinco siglos de ausencia en España, una pareja de ibis eremita nacida en cautividad anida en los acantilados del Parque Natural de La Breña gracias a una 'infidelidad'
Actualizado: GuardarEl instinto de Olga le hizo creer que tras recuperarse de su enfermedad Juanmi le esperaría para poder formar una familia. Sin embargo, llegó tarde. Tras su paso por el Zoobotánico de Jerez, él ya había elegido una nueva compañera con la que crear descendencia. Pero Olga no desistió, encontró el lugar en el que la nueva pareja se había instalado e intentó recuperar a su macho. Sus intentos no dieron resultado. Cuando apareció frente a la pareja, Juanmi, ya junto a Eugenia, defendió su nido y los tres huevos que asegurarían su especie.
Han pasado cinco siglos para asistir de nuevo a la anidación de una pareja de ibis eremita. Juanmi y Eugenia son los primeros de su especie que han construido su nido en los acantilados del Parque Natural La Breña y Marismas del Barbate. Un hito que despierta la esperanza para una de las especies más amenazadas del planeta.
En cautividad
Ambos ejemplares nacieron en cautividad en el Zoobotánico de Jerez en 2004 y fueron criados por unos padres adoptivos muy particulares. Voluntarios vestidos de negro y con un casco en forma de ibis se encargaron de alimentarlos a mano, primero en el Zoobotánico y posteriormente en las instalaciones que gestiona la Consejería en la Sierra del Retín.
Cuatro años después de su nacimiento y su posterior aprendizaje y aclimatación al medio, los hijos se han hecho mayores y han alcanzado la madurez sexual, explica José Manuel López, director del Proyecto Eremita, a LA VOZ en una visita a los aviarios construidos en el interior del Campo de Adiestramiento de la Armada en la Sierra del Retín.
Al inicio de la presente temporada de cría, que comienza en primavera, Juanmi se había emparejado con Olga e, incluso, habían llegado a construir un nido en las instalaciones ubicadas en el Retín. Antes de la puesta la hembra enfermó y los técnicos tuvieron que trasladarla al Zoobotánico para someterla a un tratamiento de cura. Juanmi no perdió el tiempo y se volvió a emparejarse. El resultado de su unión con Eugenia fueron tres huevos.
Nido monitorizado
Bajo la atenta mirada de los voluntarios y criadores, que los observaban a través de la imagen ofrecida por el monitor instalado junto al nido, el periodo de incubación se llevó a cabo sin ningún problema salvo la aparición en alguna ocasión de Olga. Esta hembra, «lejos de querer formar un trío como muchos han bromeado -destaca José Manuel- pretendía volver a aparearse con Juanmi, pero llegó tarde». El macho defendió el nido cuando ésta se acercó varias veces.
Sin embargo, la eclosión no se ha llevado a cabo. El motivo parece ser que «los huevos no habían sido fecundados, por eso tuvimos que actuar», reconoce José Ma-nuel. Los técnicos decidieron cambiarlos por otros que habían sido puestos en cautividad para que la pareja terminara de incubarlos y no abandonaran la zona ante el fracaso.
«Aunque cuando nos acercamos para darle el cambiazo disfrazados como padres adoptivos nos agredieron, no pusieron mucha resistencia y no se dieron cuenta». Ahora la feliz familia continúa en La Breña y el desarrollo de los polluelos en libertad continúa su curso.
Esperanza en el futuro
José Manuel se muestra esperanzado y sostiene que esta pareja es el certificado del éxito de la cría en libertad y abre una nueva así como valiosa línea de conservación en pro de una de las aves más amenazadas del planeta.
La tarea de los implicados en el programa no ha sido nada fácil para poder llegar a este momento. Hace cinco años el Zoobotánico de Jerez presentó a la Consejería de Medio Ambiente un proyecto para desarrolla el programa de recuperación de la especie. Tras conseguir el respaldo de la Junta que financia la iniciativa, un grupo de expertos se encargó de diseñar las líneas generales del proyecto en el que colaboran, además del Zoobotánico de Jerez y la Junta, la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y el Grupo Internacional de Expertos en Ibis Eremita.
Después de encontrar el entorno adecuado para el desarrollo de la especie, se trasladaron algunas parejas desde el zoológico hasta las instalaciones del Retín para llevar a cabo la reproducción en cautividad de la especie tanto en la sierra como en Jerez.
El proceso se inicia con el apareamiento y la puesta de huevos que pasan a la incubadora hasta su eclosión. Cuando los polluelos tiene una capa de plumas suficiente como para aguantar el frío son trasladados al Retín donde los padres adoptivos -cuidadores y voluntarios- se encargan de alimentarlos, lavarlos y hacer un seguimiento de su desarrollo.
Un dato importante: las aves nunca están en contacto con personas que no se enfunden el uniforme oficial de padre adoptivo -camiseta negra y casco en forma de abis eremita-. Esta caracterización es fundamental para el periodo de aprendizaje y adaptación al medio de las aves ya que los voluntarios vestidos de ibis serán los encargados de guiarlas hasta donde se encuentran los lugares donde podrán beber, comer, anidar,...
Comunidad social
Esta especie es gregaria y aprende de lo que ve hacer a su comunidad social, de ahí la importancia de que los padres adoptivos les muestren el lugar al que tienen que acudir para satisfacer sus necesidades vitales.
Llegados a este punto, puede que resulte complicado imaginarse a alguien vestido de pájaro instruyendo a un ave de verdad. La técnica es bastante simple. Cuando llega el tiempo de las primeras sueltas, dos grupos de voluntarios se colocan en zonas distintas. El primero de ellos vestido de padre adoptivo son los que atraen a los pájaros con su llamadas y su aspecto. «Al principio salen de la jaula andando detrás de los cuidadores», comenta Borja Rodríguez, técnico del proyecto.
Luego, jugando al despiste con las aves este grupo se deshace de su ropa negra y el casco. Ahora son los otros voluntarios los que se disfrazan e intentan captar la atención de los ibis. Los ejemplares desorientados al perder la referencia de las anteriores personas de negro, acuden a la llamada de este segundo grupo uniformado. De este modo, consiguen desplazarlos a distintas zonas. Al fin del aprendizaje en el que se alternan periodos en cautividad y sueltas temporales, los polluelos están preparados para abandonar el nido.
Ahora es el momento de viajar surcando los aires, pero tras cumplir los cuatro años y alcanzar la madurez sexual siempre regresan a su lugar de origen para criar. José Manuel destaca la importancia de crear nuevos núcleos donde las especies se desarrollen y se establezcan conexiones con otros enclaves para que se produzcan un intercambio de especies.
Garantizar el éxito
Pese a los esfuerzos realizados por los que forman este programa, la tarea no es fácil. «Para asegurarse su existencia de esta especie hay que soltar muchos ejemplares ya que el 90% de los nuevos desaparecen», explica José Manuel. Si a eso le unimos que sólo quedan cerca de 300 ejemplares de ibis eremita en vida silvestre repartidos por el mundo- algo más de 250 de Marruecos y media docena en Siria- la cosa se complica.
imruiz@lavozdigital.es