Gira en declive
| Actualizado: Guardara gira de despedida del presidente George W. Bush por cuatro capitales europeas ha exhibido la sorprendente ofuscación del primer mandatario norteamericano en apurar, hasta el último momento, sus objetivos programáticos de política exterior. La constatación de que al final de su mandato se han logrado recomponer en parte las relaciones con Alemania y Francia, deterioradas por la invasión de Irak, gracias a que tanto Nicolás Sarkozy como Ángela Merkel son declarados atlantistas, no es suficiente para ocultar el declive de un presidente que cierra su segundo mandato sin haber conseguido enmendar sus errores en la guerra contra el terrorismo. Bush que está a pocos meses de pasar a la historia como uno de los peores dignatarios de su país deja una delicada herencia a sus compatriotas en la que la enorme capacidad militar y potente economía de Estados Unidos contrastan con un decreciente prestigio internacional. La paradoja de un Bush agotado y en niveles mínimos de popularidad tratando de maquillar, a última hora, su pésima gestión es más ostensible cuando la gran mayoría de la comunidad internacional cuenta los días que faltan para que llegue un nuevo inquilino a la Casa Blanca y poder pasar página de la era Bush. Porque a partir de enero de 2009 se abre la posibilidad de relanzar una nueva política exterior americana y de la misma relación euro atlántica. Tanto McCain como Obama, pese a sus grandes diferencias, dispondrán de unas condiciones inmejorables para mejorar la imagen exterior de su país que granjee de nuevo simpatías a Estados Unidos y reconocimiento de su atractivo modelo político, económico y social. Para Europa la relación con el otro lado del Atlántico sigue siendo un vínculo imprescindible y, aunque desde Estados Unidos ya no sea percibida como un socio tan fiable como en tiempos de la guerra fría, la Unión tiene que esforzarse en dar un nuevo impulso a la cooperación euro atlántica. Pero el futuro ya no se escribirá exclusivamente en términos de ayuda militar o apoyo estratégico sino abriendo el campo del trabajo en común a otras áreas como el medio ambiente, la promoción del libre comercio y la reforma institucional. Y en ese nuevo clima el gobierno español tiene aún pendiente la tarea de superar anticuadas concepciones antiamericanas sustituyéndolas por una activa política diplomática de persuasión y cooperación con la gran democracia americana.